miércoles, 1 de mayo de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 480
Dios
te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa
María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén
En latín:
Ave María, gratia plena. Dominus tecum. Benedicta tu in mulieríbus, et
benedictus fructus ventrís tui, Jesús. Sancta
María, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 2676a) Este doble movimiento de la
oración a María ha encontrado una expresión privilegiada en la oración del Ave
María: "Dios te salve, María
(Alégrate, María)". La salutación del Angel Gabriel abre la oración
del Ave María. Es Dios mismo quien por mediación de su ángel, saluda a María.
Nuestra oración se atreve a recoger el saludo a María con la mirada que Dios ha
puesto sobre su humilde esclava (cf. Lc 1, 48) y a alegrarnos con el gozo que
Dios encuentra en ella (cf. So 3, 17). "Llena de gracia, el Señor es contigo": Las dos palabras del
saludo del ángel se aclaran mutuamente. María es la llena de gracia porque el
Señor está con ella. La gracia de la que está colmada es la presencia de Aquél
que es la fuente de toda gracia. "Alégrate [...], Hija de Jerusalén [...]
el Señor está en medio de ti" (So 3, 14, 17a). María, en quien va a
habitar el Señor, es en persona la hija de Sión, el Arca de la Alianza, el
lugar donde reside la Gloria del Señor: ella es "la morada de Dios entre
los hombres" (Ap 21, 3).
Para meditar
(Comentario CIC) (C.I.C
2676b) "Llena de gracia", se ha dado toda al que viene a habitar en
ella y al que entregará al mundo. "Bendita
tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús".
Después del saludo del ángel, hacemos nuestro el de Isabel. "Llena […] del
Espíritu Santo" (Lc 1, 41), Isabel es la primera en la larga serie de las
generaciones que llaman bienaventurada a María (cf. Lc 1, 48):
"Bienaventurada la que ha creído..." (Lc 1, 45): María es
"bendita […] entre todas las mujeres" porque ha creído en el
cumplimiento de la palabra del Señor. Abraham, por su fe, se convirtió en bendición
para todas las "naciones de la tierra" (Gn 12, 3). Por su fe, María
vino a ser la madre de los creyentes, gracias a la cual todas las naciones de
la tierra reciben a Aquél que es la bendición misma de Dios: Jesús, el fruto
bendito de tu vientre.
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