lunes, 6 de mayo de 2019

Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 485.


YOUCAT Pregunta n. 485. - ¿Por qué debemos adorar a Dios?


(Respuesta YouCat) Toda persona que comprenda que es criatura de Dios reconocerá humildemente al Todopoderoso y lo adorará. La adoración cristiana no ve únicamente la grandeza, el poder y la santidad de Dios. También se arrodilla ante el amor divino que se ha hecho hombre en Jesucristo.      

Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 2781) Cuando oramos al Padre estamos en comunión con Él y con su Hijo, Jesucristo (cf. 1Jn 1, 3). Entonces le conocemos y lo reconocemos con admiración siempre nueva. La primera palabra de la Oración del Señor es una bendición de adoración, antes de ser una imploración. Porque la Gloria de Dios es que nosotros le reconozcamos como "Padre", Dios verdadero. Le damos gracias por habernos revelado su Nombre, por habernos concedido creer en Él y por haber sido habitados por su presencia.     

Para meditar        

(Comentario YouCat) Quien adora verdaderamente a Dios se pone de rodillas ante él o se postra en el suelo. En esto se muestra la verdad de la relación entre Dios y el hombre: él es grande y nosotros somos pequeños. Al mismo tiempo el hombre nunca es mayor que cuando se arrodilla ante Dios en una entrega libre. El no creyente que busca a Dios y comienza a orar puede de este modo encontrar a Dios. 

(Comentario CIC) (C.I.C 2782) Podemos adorar al Padre porque nos ha hecho renacer a su vida al adoptarnos como hijos suyos en su Hijo único: por el Bautismo nos incorpora al Cuerpo de su Cristo, y, por la Unción de su Espíritu que se derrama desde la Cabeza a los miembros, hace de nosotros "cristos": Dios, en efecto, que nos ha destinado a la adopción de hijos, nos ha conformado con el Cuerpo glorioso de Cristo. Por tanto, de ahora en adelante, como participantes de Cristo, sois llamados "cristos" con todo derecho. (San Cirilo de Jerusalén, Catecheses mystagogicae, 3, 1: PG 33, 1088). El hombre nuevo, que ha renacido y vuelto a su Dios por la gracia, dice primero: "¡Padre!", porque ha sido hecho hijo (San Cipriano de Cartago, De dominica oratione, 9; PL 4, 541).          

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