viernes, 26 de abril de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 478.
(Respuesta YouCat) Muchas personas que
pidieron su curación a Jesús en su vida terrena fueron escuchadas. Jesús, que
ha resucitado de la muerte, vive y escucha nuestras súplicas y las lleva ante
el Padre.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) C.I.C 2616a) La oración a Jesús ya fue escuchada por Él durante su ministerio, a través de los signos que
anticipan el poder de su muerte y de su resurrección: Jesús escucha la oración
de fe expresada en palabras (del leproso: cf. Mc 1, 40-41, de Jairo cf. Mc 5,
36, de la cananea cf. Mc 7, 29, del buen ladrón cf. Lc 23, 39-43), o en
silencio (de los portadores del paralítico cf. Mc 2, 5, de la hemorroísa cf. Mc
5, 28 que toca el borde de su manto, de las lágrimas y el perfume de la
pecadora cf. Lc 7, 37-38). La petición apremiante de los ciegos: "¡Ten
piedad de nosotros, Hijo de David!" (Mt 9, 27) o "¡Hijo de David, ten
compasión de mí!" (Mc 10, 48) ha sido recogida en la tradición de la Oración a Jesús: "Señor Jesúcristo,
Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador". Sanando enfermedades o
perdonando pecados, Jesús siempre responde a la plegaria que le suplica con fe:
"Ve en paz, ¡tu fe te ha salvado!".
Para meditar
(Comentario
YouCat) Todavía hoy conocemos el nombre del jefe de la sinagoga: Jairo fue el
hombre que imploró a Jesús que le ayudara y fue escuchado. Su pequeña hija
estaba mortalmente enferma. Nadie más podía ayudarle. Jesús no sólo curó a su
hijita, sino que incluso la resucitó de entre los muertos (Me 5,21-43). De
Jesús brotaron una gran cantidad de curaciones testificadas con seguridad.
Realizó signos y milagros. Los paralíticos, leprosos y ciegos no suplicaron en
vano a Jesús. También hay testimonios de oraciones atendidas por todos los
santos de la Iglesia. Muchos cristianos tienen la experiencia de haber
suplicaron algo a Dios y haber sido escuchados. Sin embargo, Dios no es una
máquina. Debemos dejar en sus manos la forma en la que contesta a nuestros
ruegos.
(Comentario CIC) (C.I.C
2616b) San Agustín resume admirablemente las tres dimensiones de la oración de
Jesús: "Orat pro nobis ut sacerdos
noster, orat in nobis ut caput nostrum, oratur a nobis ut Deus noster.
Agnoscamus ergo et in illo voces nostras et voces eius in nobis"
("Ora por nosotros como sacerdote nuestro; ora en nosotros como cabeza
nuestra; a Él se dirige nuestra oración como a
Dios nuestro. Reconozcamos, por tanto, en Él nuestras voces; y la voz de Él, en
nosotros" (San Agustin, Enarratio in
Psalmum 85, 1: PL 36, 1081).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario