domingo, 14 de abril de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 474.
(Respuesta YouCat) Jesús aprendió a orar en
su familia y en la sinagoga. Pero Jesús superó los límites de la oración
tradicional.Su oración mostraba una unión tal con el Padre del cielo como sólo
la puede tener quien es el «Hijo de Dios».
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 2598) El drama de la oración se nos
revela plenamente en el Verbo que se ha hecho carne y que habita entre
nosotros. Intentar comprender su oración, a través de lo que sus testigos nos
dicen en el Evangelio, es aproximarnos a la santitad de Jesús nuestro Señor
como a la zarza ardiendo: primero contemplándole a Él mismo en oración y
después escuchando cómo nos enseña a orar, para conocer finalmente cómo acoge
nuestra plegaria.
Para meditar
(Comentario
YouCat) Jesús, que era a la vez Dios y hombre, se familiarizó, como los demás niños
judíos de su tiempo, con los ritos y formas de oración de su pueblo, Israel.
Pero, como se manifestó en el episodio de Jesús a los doce años en el templo
(Le 2,41ss), había algo en él que no podía venir del aprendizaje: una unión
original, honda y única con Dios, su Padre del cielo. Jesús, como todas las
personas, esperaba el mundo nuevo y oraba a Dios. Pero al mismo tiempo era
también parte de ese otro mundo. Ya en esto se notaba: un día se rezaría a Jesús,
se le reconocería como Dios y se le pediría su gracia.
(Comentario CIC) (C.I.C
2599) El Hijo de Dios, hecho Hijo de la Virgen, también aprendió a orar
conforme a su corazón de hombre. Él aprende de su madre las fórmulas de
oración; de ella, que conservaba todas las "maravillas" del
Todopoderoso y las meditaba en su corazón (cf. Lc 1, 49; 2, 19; 2, 51). Lo
aprende en las palabras y en los ritmos de la oración de su pueblo, en la
sinagoga de Nazaret y en el Templo. Pero su oración brota de una fuente secreta
distinta, como lo deja presentir a la edad de los doce años: "Yo debo
estar en las cosas de mi Padre" (Lc 2, 49). Aquí comienza a revelarse la
novedad de la oración en la plenitud de los tiempos: la oración filial, que el Padre esperaba de sus hijos va a ser vivida
por fin por el propio Hijo único en su Humanidad, con los hombres y a favor de
ellos.
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