miércoles, 20 de noviembre de 2013
28. ¿Cuáles son las características de la fe? (segunda parte - continuación)
(Compendio 28 - repetición) La fe, don gratuito de Dios,
accesible a cuantos la piden humildemente, es la virtud sobrenatural necesaria
para salvarse. El acto de fe es un acto humano, es decir un acto de la
inteligencia del hombre, el cual, bajo el impulso de la voluntad movida por
Dios, asiente libremente a la verdad divina. Además, la fe es cierta porque se
fundamenta sobre la Palabra de Dios; «actúa por medio de la caridad» (Ga 5,6);
y está en continuo crecimiento, gracias, particularmente, a la escucha de la
Palabra de Dios y a la oración. Ella nos hace pregustar desde ahora el gozo del
cielo.
Resumen
(C.I.C 183) La fe es necesaria
para la salvación. El Señor mismo lo afirma: "El que crea y sea bautizado,
se salvará; el que no crea, se condenará" (Mc 16, 16).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 15) La segunda parte del
catecismo expone cómo la salvación de Dios, realizada una vez por todas por
Cristo Jesús y por el Espíritu Santo, se hace presente en las acciones sagradas
de la liturgia de la Iglesia (primera
sección), particularmente en los siete sacramentos (segunda sección). (C.I.C 158)
"La fe trata de comprender"
(San Anselmo de Canterbury, Proslogion,
Proemium: Opera Omnia, v. 1, p. 94):
es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha
puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento
más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor.
La gracia de la fe abre "los ojos del corazón" (Ef 1,18) para una
inteligencia viva de los contenidos de la Revelación, es decir, del conjunto
del designio de Dios y de los misterios de la fe, de su conexión entre sí y con
Cristo, centro del Misterio revelado. Ahora bien, "para que la
inteligencia de la Revelación sea más profunda, el mismo Espíritu Santo
perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones" (Dei verbum, 5). Así, según el adagio de
san Agustín "cree para comprender y comprende para creer mejor" (San
Agustín, Sermo 43, 7, 9: PL 38, 258).
Para la reflexión
(C.I.C 160) "El hombre, al
creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe estar obligado contra
su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es voluntario por su
propia naturaleza" (Dignitatis
humanae, 10; cf. CIC canon 748, 2). "Ciertamente, Dios llama a los
hombres a servirle en espíritu y en verdad. Por ello, quedan vinculados en conciencia,
pero no coaccionados […] Esto se hizo patente, sobre todo, en Cristo
Jesús" (Dignitatis humanae, 11).
En efecto, Cristo invitó a la fe y a la conversión, Él no forzó jamás a nadie
jamás. "Dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza
a los que le contradecían. Pues su reino [...] crece por el amor con que
Cristo, exaltado en la cruz, atrae a los hombres hacia Él" (Dignitatis humanae, 11). (C.I.C 2104)
‘Todos los hombres […] están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo que
se refiere a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y
practicarla’ (Dignitatis humanae, 1).
Este deber se desprende de ‘su misma naturaleza’ (Dignitatis humanae, 2). No contradice al ‘respeto sincero’ hacia
las diversas religiones, que ‘no pocas veces reflejan, sin embargo, un destello
de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres’ (Nostra aetate, 2), ni a la exigencia de la caridad que empuja a los
cristianos ‘a tratar con amor, prudencia y paciencia a los hombres que viven en
el error o en la ignorancia de la fe’ (Dignitatis
humanae, 14). (Continua)
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