domingo, 17 de noviembre de 2013
26. ¿Cuáles son en la Sagrada Escritura los principales modelos de obediencia en la fe?
(Compendio 26) Son muchos los modelos de obediencia en la
fe en la Sagrada Escritura, pero destacan dos particularmente: Abraham, que,
sometido a prueba, «tuvo fe en Dios» (Rm 4, 3) y siempre obedeció a su llamada;
por esto se convirtió en «padre de todos los creyentes» (Rm 4, 11.18). Y la
Virgen María, quien ha realizado del modo más perfecto, durante toda su vida,
la obediencia en la fe: «Fiat mihi secundum Verbum tuum – hágase en mi según tu
palabra» (Lc 1, 38).
Resumen
(C.I.C 229) La fe en Dios nos
mueve a volvernos solo a El como a nuestro primer origen y nuestro fin último;
y a non manteponer nada a él.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 144) Obedecer (ob-audire) en la fe, es someterse
libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios,
la Verdad misma. De esta obediencia, Abraham es el modelo que nos propone la
sagrada Escritura. La Virgen María es la realización más perfecta de la misma. (C.I.C
145) La carta a los Hebreos, en el gran elogio de la
fe de los antepasados insiste particularmente en la fe de Abraham: "Por la
fe, Abraham obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y
salió sin saber a dónde iba" (Hb 11,8; cf. Gn 12,1-4). Por la fe, vivió
como extranjero y peregrino en la Tierra prometida (cf. Gn 23,4). Por la fe, a
Sara se otorgó el concebir al hijo de la promesa. Por la fe, finalmente,
Abraham ofreció a su hijo único en sacrificio (cf. Hb 11,17). (C.I.C 146) Abraham realiza así la definición de la fe dada por la
carta a los Hebreos: "La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de
las realidades que no se ven" (Hb 11,1). "Creyó Abraham en Dios y le
fue reputado como justicia" (Rom 4,3; cf. Gn 15,6). Y por eso, fortalecido
por su fe, Abraham fu echo "padre de todos los creyentes" (Rom
4,11.18; cf. Gn 15,15). (C.I.C 147) El Antiguo
Testamento es rico en testimonios acerca de esta fe. La carta a los Hebreos
proclama el elogio de la fe ejemplar por la que los antiguos "fueron
alabados" (Hb 11,2. 39). Sin embargo, "Dios tenía ya dispuesto algo
mejor": la gracia de creer en su Hijo Jesús, "el que inicia y consuma
la fe" (Hb 11,40; 12,2).
Para la reflexión
(C.I.C 148) La Virgen María
realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió
el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que "nada
es imposible para Dios" (Lc 1,37; cf. Gn 18,14) y dando su asentimiento:
"He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc
1,38). Isabel la saludó: "¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las
cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" (Lc 1,45). Por esta fe
todas las generaciones la proclamarán bienaventurada (cf. Lc 1,48). (C.I.C
149) Durante toda su vida, y hasta su última prueba
(cf. Lc 2,35), cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María
no cesó de creer en el "cumplimiento" de la palabra de Dios. Por todo
ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe.
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