sábado, 9 de noviembre de 2013
19. ¿Cómo se debe leer la Sagrada Escritura?
(Compendio 19) La Sagrada Escritura debe ser leída e
interpretada con la ayuda del Espíritu Santo y bajo la guía del Magisterio de
la Iglesia, según tres criterios: 1) atención al contenido y a la unidad de
toda la Escritura; 2) lectura de la Escritura en la Tradición viva de la
Iglesia; 3) respeto de la analogía de la fe, es decir, de la cohesión entre las
verdades de la fe.
Resumen
(C.I.C 137) La interpretación de
las Escrituras inspiradas debe estar sobre todo atenta a lo que Dios quiere
revelar por medio de los autores sagrados para nuestra salvación. “Lo que viene
del Espíritu sólo es plenamente percibido por la acción del Espíritu (Cf.
Orígenes, Homiliae in Exodum, 4, 5:
PG 12, 320).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 115) Según una antigua
tradición, se pueden distinguir dos sentidos
de la Escritura: el sentido literal y el sentido espiritual; este último se
subdivide en sentido alegórico, moral y anagógico. La concordancia profunda de
los cuatro sentidos asegura toda su riqueza a la lectura viva de la Escritura
en la Iglesia. (C.I.C 116) El sentido literal. Es el sentido
significado por las palabras de la Escritura y descubierto por la exégesis que
sigue las reglas de la justa interpretación. "Omnes sensus (sc. sacrae Scripturae) fundentur super litteralem"
(Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae,
1,1,10, ad 1) Todos los sentidos de la Sagrada Escritura se fundan sobre el
sentido literal. (C.I.C 117) El sentido espiritual. Gracias a la
unidad del designio de Dios, no solamente el texto de la Escritura, sino
también las realidades y los acontecimientos de que habla pueden ser signos. 1.
El sentido alegórico. Podemos
adquirir una comprensión más profunda de los acontecimientos reconociendo su
significación en Cristo; así, el paso del Mar Rojo es un signo de la victoria
de Cristo y por ello del Bautismo (cf. 1Cor 10,2). 2. El sentido moral. Los acontecimientos narrados en
la Escritura pueden conducirnos a un obrar justo. Fueron escritos "para
nuestra instrucción" (1Cor 10,11; cf. Hb 3-4,11). 3. El sentido anagógico. Podemos ver realidades y
acontecimientos en su significación eterna, que nos conduce (en griego:
"anagoge") hacia nuestra Patria. Así, la Iglesia en la tierra es
signo de la Jerusalén celeste (cf. Ap 21,1-22,5).
Para la reflexión
(C.I.C 109) En la Sagrada
Escritura, Dios habla al hombre a la manera de los hombres. Por tanto, para
interpretar bien la Escritura, es preciso estar atento a lo que los autores
humanos quisieron verdaderamente afirmar y a lo que Dios quiso manifestarnos
mediante sus palabras (cf. Dei verbum,
12). (C.I.C 110) Para descubrir la intención de los autores sagrados es
preciso tener en cuenta las condiciones de su tiempo y de su cultura, los
"géneros literarios" usados en aquella época, las maneras de sentir,
de hablar y de narrar en aquel tiempo. "Pues la verdad se presenta y se
enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros
proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios" (Dei verbum, 12).
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