domingo, 25 de abril de 2010

Ef 5, 8-9 Vivan como hijos de la luz

(Ef 5, 8-9) Vivan como hijos de la luz

[8] Antes, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz. [9] Ahora bien, el fruto de la luz es la bondad, la justicia y la verdad.

(C.I.C 1216) "Este baño es llamado iluminación porque quienes reciben esta enseñanza (catequética) su espíritu es iluminado" (San Justino, Apología 1, 61: PG 6, 421). Habiendo recibido en el Bautismo al Verbo, "la luz verdadera que ilumina a todo hombre" (Jn 1,9), el bautizado, "tras haber sido iluminado" (Hb 10,32), se convierte en "hijo de la luz" (1 Ts 5,5), y en "luz" él mismo (Ef 5,8): El Bautismo “es el más bello y magnífico de los dones de Dios [...] lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan nada; gracia, porque, es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua; unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el signo de la soberanía de Dios (San Gregorio Nacianceno, Oratio 40, 3-4: PG 36, 361-364). (C.I.C 1695) “Justificados […] en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1Co 6,11), “santificados y llamados a ser santos” (1Co 1,2), los cristianos se convierten en ‘el templo […] del Espíritu Santo’ (Cf. Ga 4, 6). Este ‘Espíritu del Hijo’ les enseña a orar al Padre (Ga 5, 25) y, haciéndose vida en ellos, les hace obrar (Cf. Ga 5, 25) para dar los frutos del Espíritu por la caridad operante. Sanando las heridas del pecado, el Espíritu Santo nos renueva interiormente mediante una transformación espiritual (Cf. Ef 4, 23), nos ilumina y nos fortalece para vivir como ‘hijos de la luz’ (Ef 5, 8), ‘por la bondad, la justicia y la verdad’ en todo (Ef 5,9).

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