sábado, 31 de octubre de 2009

1Co 14, 18-20 Juzguen como personas maduras

(1Co 14, 18-20) Juzguen como personas maduras

[18] Yo doy gracias a Dios porque tengo el don de lenguas más que todos ustedes. [19] Sin embargo, cuando estoy en la asamblea prefiero decir cinco palabras inteligibles, para instruir a los demás, que diez mil en un lenguaje incomprensible. [20] Hermanos, no sean como niños para juzgar; séanlo para la malicia, pero juzguen como personas maduras.

(C.I.C 682) Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia. (C.I.C 681) El día del Juicio, al fin del mundo, Cristo vendrá en la gloria para llevar a cabo el triunfo definitivo del bien sobre el mal que, como el trigo y la cizaña, habrán crecido juntos en el curso de la historia. (C.I.C 1041) El mensaje del Juicio final llama a la conversión mientras Dios da a los hombres todavía "el tiempo favorable, el tiempo de salvación" (2Co 6, 2). Inspira el santo temor de Dios. Compromete para la justicia del Reino de Dios. Anuncia la "bienaventurada esperanza" (Tt 2, 13) de la vuelta del Señor que "vendrá para ser glorificado en sus santos y admirado en todos los que hayan creído" (2Ts 1, 10). (C.I.C 2032) La Iglesia, ‘columna y fundamento de la verdad’ (1 Tm 3, 15), ‘recibió de los Apóstoles […] este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad que nos salva’ (Lumen gentium, 17). ‘Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas’ (CIC canon 747, 2).

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