martes, 20 de octubre de 2009

1Corintios 12

(1Co 12, 1-3) «Jesús es el Señor»

[1] Con relación a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que ustedes vivan en la ignorancia. [2] Ustedes saben que cuando todavía eran paganos, se dejaban arrastrar ciegamente al culto de dioses inanimados. [3] Por eso les aseguro que nadie, movido por el Espíritu de Dios, puede decir: «Maldito sea Jesús». Y nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo.

(C.I.C 152) No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu. Es el Espíritu Santo quien revela a los hombres quién es Jesús. Porque "nadie puede decir: 'Jesús es Señor' sino bajo la acción del Espíritu Santo" (1Cor 12,3). "El Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios. […] Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1Cor 2,10-11). Sólo Dios conoce a Dios enteramente. Nosotros creemos en el Espíritu Santo porque es Dios. La Iglesia no cesa de confesar su fe en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. (C.I.C 1988) Por el poder del Espíritu Santo participamos en la Pasión de Cristo, muriendo al pecado, y en su Resurrección, naciendo a una vida nueva; somos miembros de su Cuerpo que es la Iglesia (cf. 1Co 12), sarmientos unidos a la Vid que es Él mismo (cf. Jn 15, 1-4): “Por el Espíritu Santo participamos de Dios […] Por la participación del Espíritu venimos a ser partícipes de la naturaleza divina [...] Por eso, aquellos en quienes habita el Espíritu están divinizados” (San Atanasio de Alejandría, Epistula ad Serapionem, 1, 24: PG 26, 585-588).

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