jueves, 30 de abril de 2009

Hch 19, 35-40 Efesios, deben quedarse tranquilos

(Hch 19, 35-40) Efesios, deben quedarse tranquilos
[35] Por fin, el secretario de la ciudad consiguió calmar a la multitud, diciendo: «Efesios, ¿qué hombre de este mundo ignora que la ciudad de Éfeso es la guardiana del templo de la gran diosa Diana y de su estatua venida del cielo? [36] Siendo esta una verdad innegable, deben quedarse tranquilos y no actuar apresuradamente. [37] Esos hombres que ustedes trajeron, no han cometido ningún sacrilegio ni han dicho ninguna blasfemia contra nuestra diosa. [38] Y si Demetrio y sus artesanos tienen una queja contra alguien, para eso están los tribunales y los procónsules ante quienes se pueden presentar las acusaciones. [39] Si ustedes tienen que debatir algún otro asunto, se decidirá en la asamblea legal. [40] Porque corremos el riesgo de ser acusados de sediciosos, a causa de lo que acaba de suceder, ya que no tenemos ningún motivo para justificar este tumulto». Y con estas palabras, disolvió la asamblea.
(C.I.C 1835) La prudencia dispone la razón práctica para discernir, en toda circunstancia, nuestro verdadero bien y elegir los medios justos para realizarlo. (C.I.C 1906) Por bien común, es preciso entender ‘el conjunto de aquellas condiciones de la vida social que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección’ (Gaudium et spes, 26; 74). El bien común afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad. Comporta tres elementos esenciales: (C.I.C 1907) Supone, en primer lugar, el respeto a la persona en cuanto tal. En nombre del bien común, las autoridades están obligadas a respetar los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana. La sociedad debe permitir a cada uno de sus miembros realizar su vocación. En particular, el bien común reside en las condiciones de ejercicio de las libertades naturales que son indispensables para el desarrollo de la vocación humana: ‘derecho a actuar de acuerdo con la recta norma de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad, también en materia religiosa’ (Cf. Gaudium et spes, 26).

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