jueves, 2 de abril de 2009

Hch 13, 44-47 Nos dirigimos ahora a los paganos

(Hch 13, 44-47) Nos dirigimos ahora a los paganos
[44] Casi toda la ciudad se reunió el sábado siguiente para escuchar la Palabra de Dios. [45] Al ver esa multitud, los judíos se llenaron de envidia y con injurias contradecían las palabras de Pablo. [46] Entonces Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron: «A ustedes debíamos anunciar en primer lugar la Palabra de Dios, pero ya que la rechazan y no se consideran dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los paganos. [47] Así nos ha ordenado el Señor: Yo te he establecido para ser la luz de las naciones, para llevar la salvación hasta los confines de la tierra».
(C.I.C 2640) San Lucas menciona con frecuencia en su Evangelio la admiración y la alabanza ante las maravillas de Cristo, y las subraya también respecto a las acciones del Espíritu Santo que son los Hechos de los Apóstoles : la comunidad de Jerusalén (cf. Hch 2, 47), el tullido curado por Pedro y Juan (cf. Hch 3, 9), la muchedumbre que glorificaba a Dios por ello (cf. Hch 4, 21), y los gentiles de Pisidia que "se alegraron y se pusieron a glorificar la Palabra del Señor" (Hch 13, 48). (C.I.C 163) La fe nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visión beatífica, fin de nuestro caminar aquí abajo. Entonces veremos a Dios "cara a cara" (1Cor 13, 12), "tal cual es" (1Jn 3,2). La fe es pues ya el comienzo de la vida eterna: “Mientras que ahora contemplamos las bendiciones de la fe como el reflejo en un espejo, es como si poseyésemos ya las cosas maravillosas de las que nuestra fe nos asegura que gozaremos un día” (San Basilio Magno, Liber de Spiritu Sancto, 15, 36: PG 32, 132; cf. Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae, 2-2, 4, 1).

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