[21] Después de esto, Pablo se propuso ir a Jerusalén pasando por Macedonia y Acaya. «Primero iré allí, decía, y luego tendré que ir también a Roma». [22] Envió a Macedonia a dos de sus colaboradores, Timoteo y Erasto, y él permaneció en Asia un tiempo más. [23] Fue entonces, cuando se produjeron graves desórdenes a causa del Camino del Señor. [24] Un orfebre llamado Demetrio fabricaba reproducciones en plata del templo de Diana, proporcionando así abundante trabajo a los artesanos. [25] Demetrio los reunió, junto con los que hacían trabajos similares, y les dijo: «Ustedes saben perfectamente que nuestro bienestar depende de esta industria. [26] Pero ahora ustedes mismos ven y oyen que no solamente en Éfeso, sino también en casi toda la provincia de Asia, ese Pablo ha conquistado y seducido a mucha gente, pretendiendo que los dioses fabricados por mano de hombre no son dioses. [27] De esa manera, no solamente nuestra profesión está amenazada de caer en el descrédito, sino que el templo mismo de la gran diosa Diana corre el riesgo de ser tenido por nada, y aquella a quien adoran toda el Asia y el mundo entero, terminará por quedar despojada de su prestigio».
miércoles, 29 de abril de 2009
Hch 19, 21-27 Pablo ha conquistado a mucha gente
(Hch 19, 21-27) Pablo ha conquistado a mucha gente
[21] Después de esto, Pablo se propuso ir a Jerusalén pasando por Macedonia y Acaya. «Primero iré allí, decía, y luego tendré que ir también a Roma». [22] Envió a Macedonia a dos de sus colaboradores, Timoteo y Erasto, y él permaneció en Asia un tiempo más. [23] Fue entonces, cuando se produjeron graves desórdenes a causa del Camino del Señor. [24] Un orfebre llamado Demetrio fabricaba reproducciones en plata del templo de Diana, proporcionando así abundante trabajo a los artesanos. [25] Demetrio los reunió, junto con los que hacían trabajos similares, y les dijo: «Ustedes saben perfectamente que nuestro bienestar depende de esta industria. [26] Pero ahora ustedes mismos ven y oyen que no solamente en Éfeso, sino también en casi toda la provincia de Asia, ese Pablo ha conquistado y seducido a mucha gente, pretendiendo que los dioses fabricados por mano de hombre no son dioses. [27] De esa manera, no solamente nuestra profesión está amenazada de caer en el descrédito, sino que el templo mismo de la gran diosa Diana corre el riesgo de ser tenido por nada, y aquella a quien adoran toda el Asia y el mundo entero, terminará por quedar despojada de su prestigio».
[21] Después de esto, Pablo se propuso ir a Jerusalén pasando por Macedonia y Acaya. «Primero iré allí, decía, y luego tendré que ir también a Roma». [22] Envió a Macedonia a dos de sus colaboradores, Timoteo y Erasto, y él permaneció en Asia un tiempo más. [23] Fue entonces, cuando se produjeron graves desórdenes a causa del Camino del Señor. [24] Un orfebre llamado Demetrio fabricaba reproducciones en plata del templo de Diana, proporcionando así abundante trabajo a los artesanos. [25] Demetrio los reunió, junto con los que hacían trabajos similares, y les dijo: «Ustedes saben perfectamente que nuestro bienestar depende de esta industria. [26] Pero ahora ustedes mismos ven y oyen que no solamente en Éfeso, sino también en casi toda la provincia de Asia, ese Pablo ha conquistado y seducido a mucha gente, pretendiendo que los dioses fabricados por mano de hombre no son dioses. [27] De esa manera, no solamente nuestra profesión está amenazada de caer en el descrédito, sino que el templo mismo de la gran diosa Diana corre el riesgo de ser tenido por nada, y aquella a quien adoran toda el Asia y el mundo entero, terminará por quedar despojada de su prestigio».
(C.I.C 2536) El décimo mandamiento prohíbe la avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos. Prohíbe el deseo desordenado nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y de su poder. Prohíbe también el deseo de cometer una injusticia mediante la cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales: “Cuando la Ley nos dice: No codiciarás, nos dice, en otros términos, que apartemos nuestros deseos de todo lo que no nos pertenece. Porque la sed codiciosa del bien del prójimo es inmensa, infinita y jamás saciada, como está escrito: ‘El ojo del avaro no se satisface con su suerte’ (Qo 14, 9)” (Catecismo Romano, 3, 10, 13). (C.I.C 2537) No se quebranta este mandamiento deseando obtener cosas que pertenecen al prójimo siempre que sea por medios justos. La catequesis tradicional señala con realismo ‘quiénes son los que más deben luchar contra sus codicias pecaminosas’ y a los que, por tanto, es preciso ‘exhortar más a observar este precepto’: “Hay […] comerciantes […] que desean la escasez de cosas y la carestía de las mercancías, y no soportan que otros, además de ellos, compren y vendan, porque ellos podrían comprar mas barato y vender más caro; también pecan aquellos que desean que sus semjantes estén en la miseria para elllos entiquecerse comprando y vendiendo […]. También hay médicos que desean que haya enfermos; y abogados que anhelan causas y procesos numerosos y sostanciosos...” (Catecismo Romano, 3, 10, 23).
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