sábado, 18 de abril de 2009

Hch 17, 15-21 Pablo anunciaba a Jesús y la resurrección

(Hch 17, 15-21) Pablo anunciaba a Jesús y la resurrección
[15] Los que acompañaban a Pablo lo condujeron hasta Atenas, y luego volvieron con la orden de que Silas y Timoteo se reunieran con él lo más pronto posible. [16] Mientras los esperaba en Atenas, Pablo sentía que la indignación se apoderaba de él, al contemplar la ciudad llena de ídolos. [17] Discutía en la sinagoga con los judíos y con los que adoraban a Dios, y también lo hacía diariamente en la plaza pública con los que pasaban por allí. [18] Incluso, algunos filósofos epicúreos y estoicos dialogaban con él. Algunos comentaban: «¿Qué estará diciendo este charlatán?», y otros: «Parece ser un predicador de divinidades extranjeras», porque Pablo anunciaba a Jesús y la resurrección. [19] Entonces lo llevaron con ellos al Areópago y le dijeron: «¿Podríamos saber en qué consiste la nueva doctrina que tú enseñas? [20] Las cosas que nos predicas nos parecen extrañas y quisiéramos saber qué significan». [21] Porque todos los atenienses y los extranjeros que residían allí, no tenían otro pasatiempo que el de transmitir o escuchar la última novedad.
(C.I.C 74) Dios "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1Tim 2,4), es decir, al conocimiento de Cristo Jesús (cf. Jn 14,6). Es preciso, pues, que Cristo sea anunciado a todos los pueblos y a todo s los hombres y que así la Revelación llegue hasta los confines del mundo: “Dios quiso que lo que había revelado para salvación de todos los pueblos se conservara por siempre íntegro y fuera transmitido a todas las generaciones” (Dei verbum, 7). (C.I.C 75) "Cristo nuestro Señor, en quien alcanza su plenitud toda la Revelación de Dios, mandó a los Apóstoles predicar a todos los hombres el Evangelio como fuente de toda verdad salvadora y de toda norma de conducta, comunicándoles así los bienes divinos: el Evangelio prometido por los profetas, que El mismo cumplió y promulgó con su voz" (Dei verbum, 7). (C.I.C 96) Lo que Cristo confió a los Apóstoles, éstos lo transmitieron por su predicación y por escrito, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a todas las generaciones hasta el retorno glorioso de Cristo.

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