sábado, 5 de mayo de 2018

Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 299.


YOUCAT Pregunta n. 299. – Parte XII. ¿Qué se entiende por «virtud»?  


(Respuesta YouCat – repeticion) Una virtud es una actitud interior, una disposición estable positiva, una pasión puesta al servicio del bien.    

Reflecciones y puntos a profundizar  (Comentario CIC) (C.I.C 1829) La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión: “La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos” (San Agustín, In epistulam Ioannis  ad Parthos tractatus, 10,  4: PL 35, 2056-2057). (C.I.C 1832) Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: ‘caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad’ (Ga 5,22-23, vulg.).          

Para meditar  

(Comentario YouCat) «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48). Es decir, tenemos que transformarnos en elcamino hacia Dios. Con nuestras fuerzas humanas sólo somos capaces de ello parcialmente. Dios apoya con su gracia las virtudes humanas y además nos regala también las llamadas virtudes teologales, con cuya ayuda alcanzamos con seguridad la luz y la cercanía de Dios.    

(Comentario CIC) (C.I.C 1831) Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (Cf... Is 11, 1-2). Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas. “Tu espíritu bueno me guíe por una tierra llana” (Sal 143,10). “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios [...] Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo” (Rm 8,14.17). 
(Siguiente Pregunta: ¿Por qué debemos cultivarnos a nosotros mismos?)

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