viernes, 9 de junio de 2017
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 145.
(Respuesta YouCat – repeticion) Dios es
amor. Él desea también nuestro amor. Una forma de entrega amorosa a Dios es
vivir como Jesús, pobre, casto y obediente. Quien vive así tiene la cabeza, el
corazón y las manos libres para Dios y para los hombres.
Reflecciones
y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C
953) La comunión de la caridad: En la
comunión de los santos, “ninguno de nosotros vive para sí
mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo” (Rm 14, 7). "Si sufre un
miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los
demás toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y
sus miembros cada uno por su parte" (1Co 12, 26-27). "La caridad no
busca su interés" (1Co 13, 5; 10, 24). El menor de nuestros actos hecho
con caridad repercute en beneficio de todos, en esta solidaridad entre todos
los hombres, vivos o muertos, que se funda en la comunión de los santos. Todo
pecado daña a esta comunión.
Para
meditar
(Comentario
YouCat) No faltan nunca personas que se dejan
conquistar totalmente por Jesús, de modo que, «por el reino de los cielos» (Mt
19,12), lo dejan todo por Dios, incluso dones tan hermosos como la propiedad
privada, la autodeterminación y el amor conyugal. Esta vida según los consejos
evangélicos en pobreza, castidad y obediencia muestra a todos los cristianos
que el mundo no lo es todo. Sólo el encuentro «cara a cara» con el Esposo
divino hará feliz al hombre de modo definitivo.
(Comentario CIC) (C.I.C 954) Los tres estados de la Iglesia. "Hasta que el Señor venga en
su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo,
sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican;
mientras otros están glorificados, contemplando ‘claramente a Dios mismo, uno y
trino, tal cual es’" (Lumen gentium,
49): “Todos, sin embargo, aunque en grado y modo diversos, participamos en el
mismo amor a Dios y al prójimo y cantamos el mismo himno de alabanza a nuestro
Dios. En efecto, todos los que son de Cristo, que tienen su Espíritu, forman
una misma Iglesia y están unidos entre sí en Él
(Lumen gentium, 49).
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