jueves, 8 de junio de 2017
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 145.
(Respuesta YouCat – repeticion) Dios es
amor. Él desea también nuestro amor. Una forma de entrega amorosa a Dios es
vivir como Jesús, pobre, casto y obediente. Quien vive así tiene la cabeza, el
corazón y las manos libres para Dios y para los hombres.
Reflecciones
y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C
950) La comunión de los sacramentos.
“El fruto de todos los Sacramentos pertenece a todos. Porque los Sacramentos, y
sobre todo el Bautismo que es como la puerta por la que los hombres entran en
la Iglesia, son otros tantos vínculos sagrados que unen a todos y los ligan a
Jesucristo. Los Padres indican en el Símbolo que debe entenderse que la
comunión de los santos es la comunión de los sacramentos [...] El nombre de
comunión puede aplicarse a todos los sacramentos puesto que todos ellos nos
unen a Dios [...]. Pero este nombre es más propio de la Eucaristía que de
cualquier otro, porque ella es la que lleva esta comunión a su culminación” (Catecismo Romano, 1, 10, 24).
Para
meditar
(Comentario
YouCat) No faltan nunca personas que se dejan
conquistar totalmente por Jesús, de modo que, «por el reino de los cielos» (Mt
19,12), lo dejan todo por Dios, incluso dones tan hermosos como la propiedad
privada, la autodeterminación y el amor conyugal. Esta vida según los consejos
evangélicos en pobreza, castidad y obediencia muestra a todos los cristianos
que el mundo no lo es todo. Sólo el encuentro «cara a cara» con el Esposo
divino hará feliz al hombre de modo definitivo.
(Comentario CIC) (C.I.C 951) La comunión de los carismas: En la comunión
de la Iglesia, el Espíritu Santo "reparte gracias especiales entre los
fieles" para la edificación de la Iglesia (Lumen gentium, 12). Pues bien, "a cada cual se le otorga la
manifestación del Espíritu para provecho común" (1Co 12, 7). (C.I.C 952) “Todo lo tenían en común” (Hch 4, 32):
"Todo lo que posee el verdadero cristiano debe considerarlo como un bien
en común con los demás, por lo cual debe estar dispuesto y ser diligente para
socorrer al necesitado y la miseria del prójimo" (Catecismo Romano, 1, 10, 27). El cristiano es un administrador de
los bienes del Señor (cf. Lc 16, 1-3).
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