viernes, 15 de marzo de 2013
Sal 118, 22 es ahora la piedra angular
22 La piedra que desecharon los constructores es ahora
la piedra angular
(C.I.C 587) Si la Ley y el Templo de Jerusalén pudieron ser
ocasión de "contradicción" (cf. Lc 2, 34) entre Jesús y las
autoridades religiosas de Israel, la razón está en que Jesús, para la redención
de los pecados -obra divina por excelencia- acepta ser verdadera piedra de
escándalo para aquellas autoridades (cf. Lc 20, 17-18; Sal 118, 22). (C.I.C 756)
"También muchas veces a la Iglesia se la llama construcción de Dios (1Co 3, 9). El Señor mismo se comparó a la
piedra que desecharon los constructores, pero que se convirtió en la piedra
angular (Mt 21, 42 y paralelos; cf. Hch 4, 11; 1P 2, 7; Sal 118, 22). Los Apóstoles
construyen la Iglesia sobre ese fundamento (cf. 1Co 3, 11), que le da solidez y
cohesión. Esta construcción recibe diversos nombres: casa de Dios: casa de Dios
(1Tim 3, 15) en la que habita su familia, habitación de Dios en el Espíritu (Ef
2, 19-22), tienda de Dios con los hombres (Ap 21, 3), y sobre todo, templo santo. Representado en los
templos de piedra, los Padres cantan sus alabanzas, y la liturgia, con razón,
lo compara a la ciudad santa, a la nueva Jerusalén. En ella, en efecto,
nosotros como piedras vivas entramos en su construcción en este mundo (cf. 1P
2, 5). San Juan ve en el mundo renovado bajar del cielo, de junto a Dios, esta
ciudad santa arreglada como una esposa embellecida para su esposo” (Lumen gentium, 6).
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