domingo, 3 de marzo de 2013
Sal 106, 23 El Señor amenazó con destruirlos
23 El Señor amenazó con destruirlos, pero Moisés, su
elegido, se mantuvo firme en la brecha para aplacar su enojo destructor.
(C.I.C 2577) De esta intimidad con el Dios fiel, lento
a la ira y rico en amor (cf. Ex 34, 6), Moisés ha sacado la fuerza y la
tenacidad de su intercesión. No pide por él, sino por el pueblo que Dios ha
adquirido. Moisés intercede ya durante el combate con los amalecitas (cf. Ex
17, 8-13) o para obtener la curación de María (cf. Nm 12, 13-14). Pero es sobre
todo después de la apostasía del pueblo cuando "se mantiene en la
brecha" ante Dios (Sal 106, 23) para salvar al pueblo (cf. Ex 32, 1-34,
9). Los argumentos de su oración (la intercesión es también un combate
misterioso) inspirarán la audacia de los grandes orantes tanto del pueblo judío
como de la Iglesia. Dios es amor, por tanto es justo y fiel; no puede
contradecirse, debe acordarse de sus acciones maravillosas, su Gloria está en
juego, no puede abandonar al pueblo que lleva su Nombre.
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