sábado, 29 de agosto de 2009

1Co 4, 15-21 Yo los ha engendrado en Cristo Jesús

(1Co 4, 15-21) Yo los ha engendrado en Cristo Jesús

[15] Porque, aunque tengan diez mil preceptores en Cristo, no tienen muchos padres: soy yo el que los ha engendrado en Cristo Jesús, mediante la predicación de la Buena Noticia. [16] Les ruego, por lo tanto, que sigan mi ejemplo. [17] Por esta misma razón les envié a Timoteo, mi hijo muy querido y fiel en el Señor; él les recordará mis normas de conducta, que son las de Cristo, y que yo enseño siempre en todas las Iglesias. [18] Algunos de ustedes, pensando que yo no regresaría, se han llenado de orgullo. [19] Pero pronto iré a verlos –si así lo quiere el Señor– y entonces los juzgaré, no por sus palabras, sino por el poder que tienen. [20] ¡Porque el Reino de Dios no es cuestión de palabras sino de poder! [21] ¿Qué prefieren? ¿Que vaya a verlos con la vara en la mano, o con amor y espíritu de mansedumbre?

(C.I.C 2214) La paternidad divina es la fuente de la paternidad humana (Cf. Ef 3, 14); es el fundamento del honor debido a los padres. El respeto de los hijos, menores o mayores de edad, hacia su padre y hacia su madre (Cf. Pr 1, 8; Tb 4, 3-4), se nutre del afecto natural nacido del vínculo que los une. Es exigido por el precepto divino (Cf. Ex 20, 12). (C.I.C 2222) Los padres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios y respetarlos como a personas humanas. Han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la ley de Dios, mostrándose ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre de los cielos. (C.I.C 2223) Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Testimonian esta responsabilidad ante todo por la creación de un hogar, donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado son norma. El hogar es un lugar apropiado para la educación de las virtudes. Esta requiere el aprendizaje de la abnegación, de un sano juicio, del dominio de sí, condiciones de toda libertad verdadera. Los padres han de enseñar a los hijos a subordinar las dimensiones ‘materiales e instintivas a las interiores y espirituales’ (Centesimus annus, 36). Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos. Sabiendo reconocer ante sus hijos sus propios defectos, se hacen más aptos para guiarlos y corregirlos: "El que ama a su hijo, le corrige sin cesar [...] el que enseña a su hijo, sacará provecho de él” (Si 30, 1-2). “Padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino formadlos más bien amediante la instrucción y la corrección según el Señor” (Ef 6, 4). (C.I.C 2224) La familia constituye un medio natural para la iniciación del ser humano en la solidaridad y en las responsabilidades comunitarias. Los padres deben enseñar a los hijos a guardarse de los riesgos y las degradaciones que amenazan a las sociedades humanas.

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