domingo, 16 de agosto de 2009

1Co 3, 17-20 El templo de Dios es sagrado

(1Co 3, 17-20) El templo de Dios es sagrado
[17] Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo. [18] ¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se tiene por sabio en este mundo, que se haga insensato para ser realmente sabio. [19] Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios. En efecto, dice la Escritura: Él sorprende a los sabios en su propia astucia, [20] y además: El Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son vanos.
(C.I.C 797) "Quod est spiritus noster, id est anima nostra, ad membra nostra, hoc est Spiritus Sanctus ad membra Christi, ad corpus Christi, quod est Ecclesia" ("Lo que nuestro espíritu, es decir, nuestra alma, es para nuestros miembros, eso mismo es el Espíritu Santo para los miembros de Cristo, para el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia") (San Agustín, Sermo 268, 2: PL 38, 1232). "A este Espíritu de Cristo, como a principio invisible, ha de atribuirse también el que todas las partes del cuerpo estén íntimamente unidas, tanto entre sí como con su excelsa Cabeza, puesto que está todo él en la Cabeza, todo en el Cuerpo, todo en cada uno de los miembros" (Pío XII, Mystici Corporis: DS 3808). El Espíritu Santo hace de la Iglesia "el Templo del Dios vivo" (2Co 6, 16; cf. 1Co 3, 16-17; Ef 2,21): “En efecto, es a la misma Iglesia, a la que ha sido confiado el ‘Don de Dios’ [...] Es en ella donde se ha depositado la comunión con Cristo, es decir el Espíritu Santo, arras de la incorruptibilidad, confirmación de nuestra fe y escala de nuestra ascensión hacia Dios [...] Porque allí donde está la Iglesia, allí está también el Espíritu de Dios; y allí donde está el Espíritu de Dios, está la Iglesia y toda gracia” (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 3, 24, 1: PG 7, 966).

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