martes, 25 de agosto de 2009

1Co 4, 1-2 Administradores de los misterios de Dios

1Corintios 4

(1Co 4, 1-2) Administradores de los misterios de Dios

[1] Los hombres deben considerarnos simplemente como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. [2] Ahora bien, lo que se pide a un administrador es que sea fiel.

(C.I.C 859) Jesús los asocia a su misión recibida del Padre: como "el Hijo no puede hacer nada por su cuenta" (Jn 5, 19.30), sino que todo lo recibe del Padre que le ha enviado, así, aquellos a quienes Jesús envía no pueden hacer nada sin Él (cf. Jn 15, 5) de quien reciben el encargo de la misión y el poder para cumplirla. Los apóstoles de Cristo saben por tanto que están calificados por Dios como "ministros de una nueva alianza" (2Co 3, 6), "ministros de Dios" (2Co 6, 4), "embajadores de Cristo" (2Co 5, 20), "servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios" (1Co 4, 1). (C.I.C 860) En el encargo dado a los Apóstoles hay un aspecto intransmisible: ser los testigos elegidos de la Resurrección del Señor y los fundamentos de la Iglesia. Pero hay también un aspecto permanente de su misión. Cristo les ha prometido permanecer con ellos hasta el fin de los tiempos (cf. Mt 28, 20). "Esta misión divina confiada por Cristo a los Apóstoles tiene que durar hasta el fin del mundo, pues el Evangelio que tienen que transmitir es siempre el principio de toda la vida de la Iglesia. Por eso los Apóstoles se preocuparon de instituir [...] sucesores" (Lumen gentium, 20).

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