lunes, 1 de mayo de 2017
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 138.
(Respuesta YouCat – repeticion) En la
Iglesia hay laicos y clérigos (clero). Como hijos de Dios tienen la misma
dignidad. Tienen misiones de igual valor, pero diferentes. La misión de los
laicos es orientar el mundo entero hacia el reino de Dios. Junto a ellos están
los ministros ordenados (clérigos) con los ministerios del gobierno de la
Iglesia, de la enseñanza y de la santificación. En ambos estados de vida hay
cristianos que, en castidad, pobreza y obediencia, se ponen de modo especial al
servicio de Dios (por ejemplo, los religiosos).
Reflecciones
y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C
934) "Por institución divina, entre los fieles hay en la Iglesia ministros
sagrados, que en el derecho se denominan clérigos; los demás se llaman
laicos". Hay, por otra parte, fieles que perteneciendo a uno de ambos
grupos, por la profesión de los consejos evangélicos, se consagran a Dios y sirven
así a la misión de la Iglesia (CIC, canon 207, § 1, 2).
Para
meditar
(Comentario
YouCat) Todo cristiano tiene la misión de
testimoniar el evangelio con la propia vida. Pero Dios traza un camino propio
para cada persona. A unos los envía como Laicos, para que construyan el reino
de Dios en medio del mundo, en la familia y en el trabajo. Para ello cuentan
con los dones necesarios del Espíritu Santo en el bautismo y la Confirmación. A
otros les encomienda el ministerio pastoral; tienen que gobernar, enseñar y
santificar a su pueblo. Nadie se puede atribuir este encargo; es el Señor mismo
quien lo concede y confiere la fuerza divina mediante el orden sagrado. De este
modo pueden actuar en lugar de Cristo y dispensar los Sacramentos.
(Comentario
CIC) (C.I.C 874) El mismo Cristo es la fuente del
ministerio en la Iglesia. Él lo ha instituido,
le ha dado autoridad y misión, orientación y finalidad: “Cristo el Señor, para
dirigir al Pueblo de Dios y hacerle progresar siempre, instituyó en su Iglesia
diversos ministerios que están ordenados al bien de todo el Cuerpo. En efecto,
los ministros que posean la sagrada potestad están al servicio de sus hermanos
para que todos los que son miembros del Pueblo de Dios [...] lleguen a la
salvación” (Lumen gentium, 18).
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