jueves, 8 de septiembre de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 77.
(Respuesta YouCat – repetición) En Jesús
Dios se ha hecho realmente uno de nosotros y con ello nuestro hermano; pero no
por ello dejó de ser a la vez Dios y por tanto nuestro Señor. El concilio de
Calcedonia, del año 451, declaró que la divinidad y la humanidad están unidas
entre si en la única persona de Jesucristo «sin confusión ni división».
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 468) Después del concilio de Calcedonia,
algunos concibieron la naturaleza humana de Cristo como una especie de sujeto
personal. Contra éstos, el quinto concilio ecuménico, en Constantinopla el año
553 confesó a propósito de Cristo: "No hay más que una sola hipóstasis [o
persona] […] que es nuestro Señor Jesucristo, uno de la Trinidad" (II Concilio de Constantinopla: DS 424).
Por tanto, todo en la humanidad de Jesucristo debe ser atribuído a su persona
divina como a su propio sujeto (cf. ya Concilio
de Éfeso: DS 255), no solamente los milagros
sino también los sufrimientos (cf. II Concilio de Constantinopla: DS 423) y la
misma muerte: "El que ha sido crucificado en la carne, nuestro Señor
Jesucristo, es verdadero Dios, Señor de la gloria y uno de la santísima
Trinidad" (II Concilio de Constantinopla: DS 432).
Para Meditar
(Comentario YouCat) La Iglesia se ha esforzado
durante largo tiempo para poder expresar la relación entre divinidad y
humanidad en Jesús. La divinidad y la humanidad no están enfrentadas, de modo
que Jesús sólo fuera parcialmente Dios y parcialmente hombre. Como no es cierto
que la naturaleza divina y la naturaleza humana se mezclen en Jesús. En Jesús
Dios no ha tomado sólo en apariencia un cuerpo humano (docetismo), sino que se
hizo realmente hombre. Tampoco se trata en la humanidad y en la divinidad de
dos personas diferentes (nestorianismo). Finalmente, tampoco es cierto que en
Jesucristo la naturaleza humana desaparezca al ser asumida en la naturaleza
divina (monofisismo). Contra todas estas herejías la Iglesia ha mantenido firme
la fe en que Jesucristo es, en una persona, a la vez verdadero Dios y verdadero
hombre. La conocida fórmula «sin separación y sin confusión» (Concilio de
Calcedonia) no pretende explicar lo que es inalcanzable a la inteligencia
humana, sino que, por así decir, fija los pilares de la fe. Designa la
«dirección» en la que se puede buscar el misterio de la persona de Jesús.
(Comentario CIC) (C.I.C 483) La encarnación es, pues, el misterio
de la admirable unión de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la
única Persona del Verbo.
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