lunes, 12 de enero de 2009
Jn 16, 1-2 He dicho esto para que no se escandalicen
Juan 16
(Jn 16, 1-2) He dicho esto para que no se escandalicen[1] Les he dicho esto para que no se escandalicen. [2] Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios.
(C.I.C 520) Toda su vida, Jesús se muestra como nuestro modelo (cf. Rm 15,5; Flp 2, 5): El es el "hombre perfecto" (Gaudium et spes, 38) que nos invita a ser sus discípulos y a seguirle: con su anonadamiento, nos ha dado un ejemplo que imitar (cf. Jn 13, 15); con su oración atrae a la oración (cf. Lc 11, 1); con su pobreza, llama a aceptar libremente la privación y las persecuciones (cf. Mt 5, 11-12). (C.I.C 530) La Huida a Egipto y la matanza de los inocentes (cf. Mt 2, 13-18) manifiestan la oposición de las tinieblas a la luz: "Vino a su Casa, y los suyos no lo recibieron"(Jn 1, 11). Toda la vida de Cristo estará bajo el signo de la persecución. Los suyos la comparten con él (cf. Jn 15, 20). Su vuelta de Egipto (cf. Mt 2, 15) recuerda el Exodo (cf. Os 11, 1) y presenta a Jesús como el liberador definitivo.
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