domingo, 4 de enero de 2009
Jn 13, 27-30 Satanás entró en él. Judas salió.
(Jn 13, 27-30) Satanás entró en él. Judas salió.
[27] En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: «Realiza pronto lo que tienes que hacer». [28] Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. [29] Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que hace falta para la fiesta», o bien que le mandaba dar algo a los pobres. [30] Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.
(C.I.C 611) La Eucaristía que instituyó en este momento será el "memorial" (1Co 11, 25) de su sacrificio. Jesús incluye a los apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla (cf. Lc 22, 19). Así Jesús instituye a sus apóstoles sacerdotes de la Nueva Alianza: "Por ellos me consagro a mí mismo para que ellos sean también consagrados en la verdad" (Jn 17, 19; cf. Concilio de Trento: DS 1752, 1764). (C.I.C 1386) Ante la grandeza de este sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y con fe ardiente las palabras del Centurión (cf. Mt 8,8): "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme" (Ritual de la Comunión, 133, Misal Romano). En la Liturgia de San Juan Crisóstomo, los fieles oran con el mismo espíritu: “A tomar parte en tu cena sacramental invitáme hoy, Hijo de Dios: no revelaré a tus enemigos el misterio, no te daré el beso de Judas; antes como el ladrón te reconozco y te suplico: ¡Acuérdate de mí, Señor, en tu Reino!” (Liturgia Bizantina. Anaphora Iohannis Chrysostomi: PG 63, 920).
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