miércoles, 24 de agosto de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 74.
(Respuesta YouCat) Cuando Jesús se denomina
a sí mismo «Hijo único de Dios» (Hijo único o Unigénito, Jn 3,16) y así es
testimoniado por Pedro y otros, se expresa con ello que entre todos los hombres
sólo Jesús es más que un hombre.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 441) Hijo
de Dios, en el Antiguo Testamento, es un título dado a los ángeles (cf. Dt
32, 8; Jb 1, 6), al pueblo elegido (cf. Ex 4, 22;Os 11, 1; Jr 3, 19; Si 36, 11;
Sb 18, 13), a los hijos de Israel (cf. Dt 14, 1; Os 2, 1) y a sus reyes (cf. 2S
7, 14; Sal 82, 6). Significa entonces una filiación adoptiva que establece
entre Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad particular. Cuando el
Rey-Mesías prometido es llamado "hijo de Dios" (cf. 1Cro 17, 13; Sal
2, 7), no implica necesariamente, según el sentido literal de esos textos, que
sea más que humano. Los que designaron así a Jesús en cuanto Mesías de Israel
(cf. Mt 27, 54), quizá no quisieron decir nada más (cf. Lc 23, 47).
Para Meditar
(Comentario YouCat) En muchos lugares del Nuevo
Testamento (Jn 1,14.18; 1 Jn 4,9; Heb 11,7 entre otros) se llama «Hijo» a
Jesús. En el Bautismo y en la Transfiguración una voz celestial designa a Jesús
como «el Hijo amado». Jesús comunica a sus discípulos su relación única con el
Padre del cielo: «Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al
Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el
Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11,27). Que Jesús es verdaderamente el Hijo de
Dios se manifiesta en la Resurrección, aunque ya lo era eternamente junto al
Padre.
(Comentario CIC) (C.I.C 444) Los Evangelios narran en dos momentos
solemnes, el Bautismo y la Transfiguración de Cristo, que la voz del Padre lo
designa como su "Hijo amado" (Mt 3, 17; 17, 5). Jesús se designa a sí
mismo como "el Hijo Unico de Dios" (Jn 3, 16) y afirma mediante este
título su preexistencia eterna (cf. Jn 10, 36). Pide la fe en "el Nombre
del Hijo Unico de Dios" (Jn 3, 18). Esta confesión cristiana aparece ya en
la exclamación del centurión delante de Jesús en la cruz: "Verdaderamente
este hombre era Hijo de Dios" (Mc 15, 39), porque es solamente en el
misterio pascual donde el creyente puede alcanzar el sentido pleno del título
"Hijo de Dios".
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