lunes, 22 de agosto de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 73.
(Respuesta YouCat – repetición) En la
fórmula «Jesús es el Cristo» se expresa el núcleo de la fe cristiana: Jesús, el
sencillo hijo del carpintero de Nazaret, es el Mesías esperado y el Salvador.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 437) El ángel anunció a los pastores el
nacimiento de Jesús como el del Mesías prometido a Israel: "Os ha nacido
hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor" (Lc 2,
11). Desde el principio él es "a quien el Padre ha santificado y enviado
al mundo"(Jn 10, 36), concebido como "santo" (cf. Lc 1, 35) en
el seno virginal de María. José fue llamado por Dios para "tomar consigo a
María su esposa" encinta "del que fue engendrado en ella por el
Espíritu Santo" (Mt 1, 20) para que Jesús "llamado Cristo" nazca
de la esposa de José en la descendencia mesiánica de David (Mt 1, 16; cf. Rm 1,
3; 2Tm 2, 8; Ap 22, 16).
Para Meditar
(Comentario YouCat) Tanto la palabra griega
«Christos» como la hebrea «Messias» significan «ungido». En Israel eran ungidos
reyes, sacerdotes y profetas. Los Apóstoles experimentaron que Jesús está
ungido «con la fuerza del Espíritu Santo» (Hch 10,38). Por Cristo nos llamamos
cristianos, como expresión de nuestra alta vocación.
(Comentario CIC) (C.I.C 438) La consagración mesiánica de Jesús
manifiesta su misión divina. "Por otra parte eso es lo que significa su
mismo nombre, porque en el nombre de Cristo está sobre entendido Él que ha ungido, Él
que ha sido ungido y la Unción misma con la que ha sido ungido: Él que ha ungido, es el Padre. Él que ha sido ungido, es el Hijo, y lo ha sido en
el Espíritu que es la Unción" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses 3, 18, 3: PG 7, 934). Su eterna consagración
mesiánica fue revelada en el tiempo de su vida terrena en el momento de su
bautismo, por Juan cuando "Dios le ungió con el Espíritu Santo y con
poder" (Hch 10, 38) "para que él fuese manifestado a Israel" (Jn
1, 31) como su Mesías. Sus obras y sus palabras lo dieron a conocer como
"el santo de Dios" (Cf. Mc 1, 24; Jn 6, 69; Hch 3, 14).
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