lunes, 8 de agosto de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 68.
(Respuesta YouCat – repetición) El pecado
en sentido propio es una culpa de la que hay que responder personalmente. El
término «pecado original» no se refiere por tanto a un pecado personal, sino al
estado caído de la humanidad en el que nace cada individuo antes de pecar por
decisión propia.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 388) Con el desarrollo de la Revelación se
va iluminando también la realidad del pecado. Aunque el Pueblo de Dios del
Antiguo Testamento conoció de alguna manera la condición humana a la luz de la
historia de la caída narrada en el Génesis, no podía alcanzar el significado
último de esta historia que sólo se manifiesta a la luz de la muerte y de la
resurrección de Jesucristo (cf. Rm 5,12-21). Es preciso conocer a Cristo como
fuente de la gracia para conocer a Adán como fuente del pecado. El Espíritu-Paráclito,
enviado por Cristo resucitado, es quien vino "a convencer al mundo en lo
referente al pecado" (Jn 16,8) revelando al que es su Redentor.
Para Meditar
(Comentario YouCat) Por pecado original, dice
Benedicto XVI, tenemos que entender que «todos llevamos dentro de nosotros una
gota del veneno de ese modo de pensar reflejado en las imágenes del libro del
Génesis. Esta gota de veneno la llamamos pecado original. [...] El hombre no se
fía de Dios. Tentado por las palabras de la serpiente, abriga la sospecha de
que Dios [...] es un competidor que limita nuestra libertad, y que sólo seremos
plenamente seres humanos cuando lo dejemos de lado; es decir, que sólo de este
modo podemos realizar plenamente nuestra libertad. [...] El hombre no quiere
recibir de Dios su existencia y la plenitud de su vida. [...] Al hacer esto, se
fía de la mentira más que de la verdad, y así se hunde con su vida en el vacío,
en la muerte» (Benedicto XVI, 8.12.2005).
(Comentario
CIC) (C.I.C 389) La
doctrina del pecado original es, por así decirlo, "el reverso" de la
Buena Nueva de que Jesús es el Salvador de todos los hombres, que todos
necesitan salvación y que la salvación es ofrecida a todos gracias a Cristo. La
Iglesia, que tiene el sentido de Cristo (cf. 1 Cor 2,16) sabe bien que no se
puede lesionar la revelación del pecado original sin atentar contra el Misterio
de Cristo.
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