viernes, 25 de marzo de 2011

Hb 7, 17-23 Jesús viene con una alianza mucho mejor

(Hb 7, 17-23) Jesús viene con una alianza mucho mejor

[17] Pues la Escritura dice: Tú eres sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec. [18] Con esto se cancela la disposición anterior, que resultó insuficiente e ineficaz, [19] pues la Ley no trajo nada definitivo, y al mismo tiempo se nos abre una esperanza mucho mejor: la de tener acceso a Dios. [20] Y aquí tenemos un juramento, lo que no se dio cuando los otros fueron hechos sacerdotes. [21] El fue confirmado con este juramento: El Señor lo ha jurado y no se vuelve atrás: Tú eres sacerdote para siempre. [22] Esta es la prueba de que Jesús viene con una alianza mucho mejor. [23] Los sacerdotes anteriores se sucedían el uno al otro porque, siendo mortales, no podían permanecer.

(C.I.C 616) El "amor hasta el extremo"(Cf. Jn 13, 1) es el que confiere su valor de redención y de reparación, de expiación y de satisfacción al sacrificio de Cristo. Nos ha conocido y amado a todos en la ofrenda de su vida (cf. Ga 2, 20; Ef 5, 2. 25). "El amor […] de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron" (2Co 5, 14). Ningún hombre aunque fuese el más santo estaba en condiciones de tomar sobre sí los pecados de todos los hombres y ofrecerse en sacrificio por todos. La existencia en Cristo de la persona divina del Hijo, que al mismo tiempo sobrepasa y abraza a todas las personas humanas, y que le constituye Cabeza de toda la humanidad, hace posible su sacrificio redentor por todos. (C.I.C 1476) Estos bienes espirituales de la comunión de los santos, los llamamos también el tesoro de la Iglesia, "que no es suma de bienes, como lo son las riquezas materiales acumuladas en el transcurso de los siglos, sino que es el valor infinito e inagotable que tienen ante Dios las expiaciones y los méritos de Cristo nuestro Señor, ofrecidos para que la humanidad quedara libre del pecado y llegase a la comunión con el Padre. Sólo en Cristo, Redentor nuestro, se encuentran en abundancia las satisfacciones y los méritos de su redención" (Pablo VI, Indulgentiarum doctrina, 5). (C.I.C 1477) "Pertenecen igualmente a este tesoro el precio verdaderamente inmenso, inconmensurable y siempre nuevo que tienen ante Dios las oraciones y las buenas obras de la Bienaventurada Virgen María y de todos los santos que se santificaron por la gracia de Cristo, siguiendo sus pasos, y realizaron una obra agradable al Padre, de manera que, trabajando en su propia salvación, cooperaron igualmente a la salvación de sus hermanos en la unidad del Cuerpo místico" (Pablo VI, Indulgentiarum doctrina, 5).

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