(Hb 6, 13-18) Te colmaré de bendiciones y te multiplicaré
[13] Tomen el ejemplo de Abrahán. Dios le hizo una promesa que confirmó con juramento y, como no había nadie más grande que Dios por quien jurar, juró invocando su propio Nombre: [14] Te colmaré de bendiciones y te multiplicaré sin medida. [15] Y, perseverando, Abrahán vio realizarse las promesas de Dios. [16] Los hombres juran por alguien mayor que ellos, y cuando algo es dudoso, el juramento pone fin a la discusión. [17] Por eso Dios también confirmó su promesa con un juramento, para demostrar a sus destinatarios que nunca cambiaría su decisión. [18] Tenemos, pues, promesa y juramento, dos realidades irrevocables en las que Dios no puede mentir y que nos dan plena seguridad cuando buscamos refugio aferrándonos a nuestra esperanza.
(C.I.C 63) Israel es el pueblo sacerdotal de Dios (cf. Ex 19,6), “sobre el que es invocado el Nombre del Señor" (Dt 28,10). Es el pueblo de aquellos "a quienes Dios habló primero" (Viernes Santo, Pasión y Muerte del Señor, Oración universal VI, Misal Romano), el pueblo de los "hermanos mayores" en la fe de Abraham (Juan Pablo II, Discurso en la sinagoga ante la comunidad ebrea de Roma (13 de abril 1970), 4). (C.I.C 2810) En la promesa hecha a Abraham y en el juramento que la acompaña (cf. Hb 6, 13), Dios se compromete a sí mismo sin revelar su Nombre. Empieza a revelarlo a Moisés (cf. Ex 3, 14) y lo manifiesta a los ojos de todo el pueblo salvándolo de los egipcios: "se cubrió de Gloria" (Ex 15, 1). Desde la Alianza del Sinaí, este pueblo es "suyo" y debe ser una "nación santa" (cf. Ex 19, 5-6) (o “consagrada”, que es la misma palabra en hebreo), porque el Nombre de Dios habita en él. (C.I.C 2150) El segundo mandamiento prohíbe el juramento en falso. Hacer juramento o jurar es tomar a Dios por testigo de lo que se afirma. Es invocar la veracidad divina como garantía de la propia veracidad. El juramento compromete el nombre del Señor. ‘Al Señor tu Dios temerás, a él le servirás, por su nombre jurarás’ (Dt 6, 13). (C.I.C 2151) La reprobación del juramento en falso es un deber para con Dios. Como Creador y Señor, Dios es la norma de toda verdad. La palabra humana está de acuerdo o en oposición con Dios que es la Verdad misma. El juramento, cuando es veraz y legítimo, pone de relieve la relación de la palabra humana con la verdad de Dios. El falso juramento invoca a Dios como testigo de una mentira.
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