domingo, 8 de febrero de 2009

Jn 21, 8-14 La tercera vez Jesús resucitado se apareció

(Jn 21, 8-14) La tercera vez Jesús resucitado se apareció
[8] Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. [9] Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. [10] Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar». [11] Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. [12] Jesús les dijo: «Vengan a comer». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres?», porque sabían que era el Señor. [13] Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. [14] Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.
(C.I.C 208) Ante la presencia atrayente y misteriosa de Dios, el hombre descubre su pequeñez. Ante la zarza ardiente, Moisés se quita las sandalias y se cubre el rostro (cf. Ex 3,5-6) delante de la santidad divina. Ante la gloria del Dios tres veces santo, Isaías exclama: "¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros!" (Is 6,5). Ante los signos divinos que Jesús realiza, Pedro exclama: "Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador" (Lc 5,8). Pero porque Dios es santo, puede perdonar al hombre que se descubre pecador delante de El: "No ejecutaré el ardor de mi cólera [...] porque soy Dios, no hombre; en medio de ti yo el Santo" (Os 11,9). El apóstol Juan dirá igualmente: "Tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo" (1Jn 3,19-20).

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