miércoles, 18 de febrero de 2009
Hch 2, 24-29 Pero Dios lo resucitó
(Hch 2, 24-29) Pero Dios lo resucitó
[24] Pero Dios lo resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él. [25] En efecto, refiriéndose a él, dijo David: Veía sin cesar al Señor delante de mí, porque él está a mi derecha para que yo no vacile. [26] Por eso se alegra mi corazón y mi lengua canta llena de gozo. También mi cuerpo descansará en la esperanza, [27] porque tú no entregarás mi alma al Abismo, ni dejarás que tu servidor sufra la corrupción. [28] Tú me has hecho conocer los caminos de la vida y me llenarás de gozo en tu presencia. [29] Hermanos, permítanme decirles con toda franqueza que el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba se conserva entre nosotros hasta el día de hoy.
(C.I.C 745) El Hijo de Dios es consagrado Cristo (Mesías) mediante la Unción del Espíritu Santo en su Encarnación (cf. Sal 2, 6-7). (C.I.C 746) Por su Muerte y su Resurrección, Jesús es constituído Señor y Cristo en la gloria (Hch 2, 36). De su plenitud derrama el Espíritu Santo sobre los Apóstoles y la Iglesia. (C.I.C 617) Sua sanctissima passione in ligno crucis nobis justificationem meruit ("Por su sacratísima pasión en el madero de la cruz nos mereció la justificación") enseña el Concilio de Trento (DS 1529) subrayando el carácter único del sacrificio de Cristo como "causa de salvación eterna" (Hb 5, 9). Y la Iglesia venera la Cruz cantando: O crux, ave, spes unica ("Salve, oh cruz, única esperanza", himno "Vexilla Regis": Liturgia de la Horas). (C.I.C 619) "Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras" (1Co 15, 3). (C.I.C 620) Nuestra salvación procede de la iniciativa del amor de Dios hacia nosotros porque " Él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4, 10). "En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo" (2Co 5, 19). (C.I.C 621) Jesús se ofreció libremente por nuestra salvación. Este don lo significa y lo realiza por anticipado durante la última cena: "Este es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros" (Lc 22, 19).
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