sábado, 12 de julio de 2008
Lc 7, 26-28 Les aseguro que sí, y más que un profeta.
(Lc 7, 26-28) Les aseguro que sí, y más que un profeta.
[26] ¿Qué salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. [27] Él es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. [28] Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él.
(C.I.C 718) Juan es "Elías que debe venir" (cf. Mt 17, 10-13). El fuego del Espíritu lo habita y le hace correr delante [como "precursor"] del Señor que viene. En Juan el Precursor, el Espíritu Santo culmina la obra de "preparar al Señor un pueblo bien dispuesto" (Lc 1, 17). (C.I.C 719) Juan es "más que un profeta" (Cf. Lc 7, 26). En él, el Espíritu Santo consuma el "hablar por los profetas". Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por Elías (Cf. Mt 11, 13-14). Anuncia la inminencia de la consolación de Israel, es la "voz" del Consolador que llega (Cf. Jn 1, 23; cf. Is 40, 1-3). Como lo hará el Espíritu de Verdad, "vino como testigo para dar testimonio de la luz" (Jn 1, 7; cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Espíritu colma así las "indagaciones de los profetas" y la ansiedad de los ángeles (Cf. 1P 1, 10-12): "Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y doy testimonio de que este es el Hijo de Dios [...] He ahí el Cordero de Dios" (Jn 1, 33-36).
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