viernes, 11 de julio de 2008

Lc 7, 21-23 Los ciegos ven, los paralíticos caminan

(Lc 7, 21-23) Los ciegos ven, los paralíticos caminan
[21] En esa ocasión, Jesús curó a mucha gente de sus enfermedades, de sus dolencias y de los malos espíritus, y devolvió la vista a muchos ciegos. [22] Entonces respondió a los enviados: «Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres. [23] ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!».
(C.I.C 423) Nosotros creemos y confesamos que Jesús de Nazaret, nacido judío de una hija de Israel, en Belén en el tiempo del rey Herodes el Grande y del emperador César Augusto I; de oficio carpintero, muerto crucificado en Jerusalén, bajo el procurador Poncio Pilato, durante el reinado del emperador Tiberio, es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, que ha "salido de Dios" (Jn 13, 3), "bajó del cielo" (Jn 3, 13; 6, 33), "ha venido en carne" (cf. 1Jn 4, 2), porque "la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad [...] Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia" (Jn 1, 14. 16). (C.I.C 424) Movidos por la gracia del Espíritu Santo y atraídos por el Padre, nosotros creemos y confesamos a propósito de Jesús: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16). Sobre la roca de esta fe, confesada por Pedro, Cristo ha construido su Iglesia (cf. Mt 16, 18; San León Magno, Sermo 4, 3: (PL 54, 151); Sermo 51, 1: (PL 54, 309); Sermo 62, 2: (PL 54, 350-351); Sermo 83, 3: (PL 54, 432).

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