domingo, 17 de marzo de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 461.
(Respuesta YouCat – repeticion) La verdad y
la belleza van unidas, pues Dios es la fuente tanto de la belleza como también
de la verdad. El arte, que se orienta a la belleza, es por ello un camino
propio para llegar al todo y a Dios.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 2501) El hombre, ‘creado a imagen de Dios’
(Gn 1, 26), expresa también la verdad de su relación con Dios Creador mediante
la belleza de sus obras artísticas. El arte,
en efecto, es una forma de expresión propiamente humana; por encima de la
satisfacción de las necesidades vitales, común a todas las criaturas vivas, el
arte es una sobreabundancia gratuita de la riqueza interior del ser humano.
Este brota de un talento concedido por el Creador y del esfuerzo del hombre, y
es un género de sabiduría práctica, que une conocimiento y habilidad (cf. Sb 7,
16-17) para dar forma a la verdad de una realidad en lenguaje accesible a la
vista y al oído. El arte entraña así cierta semejanza con la actividad de Dios
en la creación, en la medida en que se inspira en la verdad y el amor de los
seres. Como cualquier otra actividad humana, el arte no tiene en sí mismo su
fin absoluto, sino que está ordenado y se ennoblece por el fin último del
hombre (cf. Pío XII, Mensaje radiofónico
(24 de diciembre 1955) y Mensaje
radiofónico (3 de septiembre 1950).
Para meditar
(Comentario YouCat) Lo que no
se puede decir con palabras ni comunicar con el pensamiento, se expresa en el
arte. Es «una sobreabundancia gratuita de la riqueza interior del ser humano»
(CCE 2501). En gran similitud con la actividad creadora de Dios, en el artista
se unen la inspiración y la habilidad humana para dar forma válida a algo
nuevo, un aspecto de la realidad desconocido hasta ese momento. El arte no es
un fin en sí mismo. Tiene que elevar al hombre, conmoverlo, hacerlo mejor y en
definitiva llevarlo a la adoración y la acción de gracias a Dios.
(Comentario CIC) (C.I.C
2503) Por eso los obispos deben personalmente o por delegación vigilar y
promover el arte sacro antiguo y nuevo en todas sus formas, y apartar con la
misma atención religiosa de la liturgia y de los edificios de culto todo lo que
no está de acuerdo con la verdad de la fe y la auténtica belleza del arte sacro (cf. Sacrosanctum Comcilium, 122-127).
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