viernes, 18 de junio de 2010

Flp 4, 8-12 Todo lo que es verdadero, noble, justo y puro

(Flp 4, 8-12) Todo lo que es verdadero, noble, justo y puro

[8] En fin, mis hermanos, todo lo que es verdadero y noble, todo lo que es justo y puro, todo lo que es amable y digno de honra, todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza, debe ser el objeto de sus pensamientos. [9] Pongan en práctica lo que han aprendido y recibido, lo que han oído y visto en mí, y el Dios de la paz estará con ustedes. [10] Yo tuve una gran alegría en el Señor cuando vi florecer los buenos sentimientos de ustedes con respecto a mí; ciertamente los tenían, pero les faltaba la ocasión de demostrarlos. [11] No es la necesidad la que me hace hablar, porque he aprendido a hacer frente a cualquier situación. [12] Yo sé vivir tanto en las privaciones como en la abundancia; estoy hecho absolutamente a todo, a la saciedad como al hambre, a tener de sobra como a no tener nada.

(C.I.C 1803) “Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta” (Flp 4, 8). La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas. “El objetivo de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios” (San Gregorio de Nisa, De beatitudinibus, oratio1: Gregorii Nyseni opera: PG 44, 1200). (C.I.C 1804) Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien. Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas las potencias del ser humano para armonizarse con el amor divino. (C.I.C 1805) Cuatro virtudes desempeñan un papel fundamental. Por eso se las llama ‘cardinales’; todas las demás se agrupan en torno a ellas. Estas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. ‘¿Amas la justicia? Las virtudes son el fruto de sus esfuerzos, pues ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza’ (Sb 8, 7). Bajo otros nombres, estas virtudes son alabadas en numerosos pasajes de la Escritura.

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