viernes, 4 de junio de 2010

Flp 2, 19-24 Sirvió conmigo a la causa del Evangelio

(Flp 2, 19-24) Sirvió conmigo a la causa del Evangelio

[19] Espero, con la ayuda del Señor Jesús, enviarles muy pronto a Timoteo para tener noticias de ustedes y experimentar yo mismo un alivio. [20] Porque no encuentro a otro, que tome tan a pecho como él los asuntos de ustedes. [21] Todos los demás buscan sus propios intereses y no los de Cristo Jesús. [22] Ya saben que él ha dado pruebas de su virtud, porque sirvió conmigo a la causa del Evangelio, como un hijo junto a su padre. [23] Por eso espero enviarlo, apenas se aclare mi situación. [24] Por otra parte, tengo confianza en el Señor de que pronto podré ir personalmente.

(C.I.C 876) El carácter de servicio del ministerio eclesial está intrínsecamente ligado a la naturaleza sacramental. En efecto, enteramente dependiente de Cristo que da misión y autoridad, los ministros son verdaderamente "siervos de Cristo" (cf. Rm 1, 1), a imagen de Cristo que, libremente ha tomado por nosotros "la forma de siervo" (Flp 2, 7). Como la palabra y la gracia de la cual son ministros no son de ellos, sino de Cristo que se las ha confiado para los otros, ellos se harán libremente siervos de todos (cf. 1Co 9, 19). (C.I.C 877) De igual modo es propio de la naturaleza sacramental del ministerio eclesial tener un carácter colegial. En efecto, desde el comienzo de su ministerio, el Señor Jesús instituyó a los Doce, "semilla del Nuevo Israel, a la vez que el origen de la jerarquía sagrada" (Ad gentes, 5). Elegidos juntos, también fueron enviados juntos, y su unidad fraterna estará al servicio de la comunión fraterna de todos los fieles; será como un reflejo y un testimonio de la comunión de las Personas divinas (cf. Jn 17, 21-23). Por eso, todo obispo ejerce su ministerio en el seno del colegio episcopal, en comunión con el obispo de Roma, sucesor de San Pedro y jefe del colegio; los presbíteros ejercen su ministerio en el seno del presbiterio de la diócesis, bajo la dirección de su obispo. (C.I.C 878) Por último, es propio también de la naturaleza sacramental del ministerio eclesial tener carácter personal. Cuando los ministros de Cristo actúan en comunión, actúan siempre también de manera personal. Cada uno ha sido llamado personalmente ("Tú sígueme", Jn 21, 22; cf. Mt 4, 19. 21; Jn 1, 43) para ser, en la misión común, testigo personal, que es personalmente portador de la responsabilidad ante Aquél que da la misión, que actúa "in persona Christi" y en favor de personas: "Yo te bautizo en el nombre del Padre..."; "Yo te perdono...".

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