sábado, 12 de junio de 2010

Flp 3, 15-19 Sigan mi ejemplo hermanos

(Flp 3, 15-19) Sigan mi ejemplo hermanos

[15] Así debemos pensar los que somos maduros; y si en alguna cosa ustedes piensan lo contrario, Dios los iluminará. [16] De todas maneras, cualquiera sea el punto adonde hayamos llegado, sigamos por el mismo camino. [17] Sigan mi ejemplo, hermanos, y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado. [18] Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. [19] Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que debería avergonzarlos, y sólo aprecian las cosas de la tierra.

(C.I.C 560) La entrada de Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías llevará a cabo mediante la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Con su celebración, el domingo de Ramos, la liturgia de la Iglesia abre la gran Semana Santa. (C.I.C 561) "Para quien la contempla rectamente la vida entera de Cristo fue una continua enseñanza: su silencio, sus milagros, sus gestos, su oración, su amor al hombre, su predilección por los pequeños y los pobres, la aceptación total del sacrificio en la cruz por la salvación del mundo, su resurrección, son la actuación de su palabra y el cumplimiento de la revelación" (Catechesi tradendae, 9). (C.I.C 562) Los discípulos de Cristo deben asemejarse a El hasta que él crezca y se forme en ellos (cf. Ga 4, 19). "Por eso somos integrados en los misterios de su vida: con él estamos identificados, muertos y resucitados hasta que reinemos con él” (Lumen gentium, 7). (C.I.C 853) Pero en su peregrinación, la Iglesia experimenta también "hasta qué punto distan entre sí el mensaje que ella proclama y la debilidad humana de aquellos a quienes se confía el Evangelio" (Gaudium et spes, 43). Sólo avanzando por el camino "de la conversión y la renovación" (Lumen gentium, 8; 15) y "por el estrecho sendero de la cruz" (Ad gentes, 1) es como el Pueblo de Dios puede extender el reino de Cristo (Redemptoris missio, 12-20). En efecto, "como Cristo realizó la obra de la redención en la pobreza y en la persecución, también la Iglesia está llamada a seguir el mismo camino para comunicar a los hombres los frutos de la salvación" (Lumen gentium, 8).

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