lunes, 21 de junio de 2010

Col 1, 1-4 A los santos de Colosas hermanos en Cristo

Carta a los Colosenses

Colosenses 1

(Col 1, 1-4) A los santos de Colosas hermanos en Cristo

[1] Pablo, Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo [2] saludan a los santos de Colosas, sus fieles hermanos en Cristo. Llegue a ustedes la gracia y la paz que proceden de Dios, nuestro Padre. [3] Damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, orando sin cesar por ustedes, [4] desde que nos hemos enterado de la fe que tienen en Cristo Jesús y del amor que demuestran a todos los santos,

(C.I.C 2030) El cristiano realiza su vocación en la Iglesia, en comunión con todos los bautizados. De la Iglesia recibe la Palabra de Dios, que contiene las enseñanzas de la ‘ley de Cristo’ (Ga 6, 2). De la Iglesia recibe la gracia de los sacramentos que le sostienen en el camino. De la Iglesia aprende el ejemplo de la santidad; reconoce en la Bienaventurada Virgen María la figura y la fuente de esa santidad; la discierne en el testimonio auténtico de los que la viven; la descubre en la tradición espiritual y en la larga historia de los santos que le han precedido y que la liturgia celebra a lo largo del santoral. (C.I.C 954) Los tres estados de la Iglesia. "Hasta que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando ‘claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es’" (Lumen gentium, 49): “Todos, sin embargo, aunque en grado y modo diversos, participamos en el mismo amor a Dios y al prójimo y cantamos el mismo himno de alabanza a nuestro Dios. En efecto, todos los que son de Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma Iglesia y están unidos entre sí en Él (Lumen gentium, 49).

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