domingo, 13 de febrero de 2011

Hb 4, 5-6 No entrarán jamás en mi descanso

(Hb 4, 5-6) No entrarán jamás en mi descanso

[5] Aquí lo volvemos a encontrar: No entrarán jamás en mi descanso. [6] En conclusión, si bien los que recibieron primero la Buena Nueva no entraron a causa de su falta de fe, otros sí entrarán.

(C.I.C 2175) El domingo se distingue expresamente del sábado, al que sucede cronológicamente cada semana, y cuya prescripción litúrgica reemplaza para los cristianos. Realiza plenamente, en la Pascua de Cristo, la verdad espiritual del sábado judío y anuncia el descanso eterno del hombre en Dios. Porque el culto de la ley preparaba el misterio de Cristo, y lo que se practicaba en ella prefiguraba algún rasgo relativo a Cristo (Cf. 1Co 10, 11): “Los que vivían según el orden de cosas antiguo han pasado a la nueva esperanza, no observando ya el sábado, sino el día del Señor, en el que nuestra vida es bendecida por Él y por su muerte”. (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Magnesios, 9, 1).

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