miércoles, 2 de febrero de 2011

Hb 2, 16-18 Semejante en todo a sus hermanos

(Hb 2, 16-18) Semejante en todo a sus hermanos

[16] Jesús no vino para hacerse cargo de los ángeles, sino de la raza de Abrahán. [17] Por eso tuvo que hacerse semejante en todo a sus hermanos, y llegó a ser el sumo sacerdote lleno de comprensión, pero también fiel en el servicio de Dios, que les consigue el perdón. [18] El mismo ha sido probado por medio del sufrimiento, por eso es capaz de ayudar a aquellos que son puestos a prueba.

(C.I.C 407) La doctrina sobre el pecado original -vinculada a la de la Redención de Cristo- proporciona una mirada de discernimiento lúcido sobre la situación del hombre y de su obrar en el mundo. Por el pecado de los primeros padres, el diablo adquirió un cierto dominio sobre el hombre, aunque éste permanezca libre. El pecado original entraña "la servidumbre bajo el poder del que en adelante poseía el imperio de la muerte, es decir, del diablo" (Concilio de Trento: DS 1511; cf. Hb 2,14). Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social (cf. Centesimus annus, 25) y de las costumbres. (C.I.C 637) Cristo muerto, en su alma unida a su persona divina, descendió a la morada de los muertos. Abrió las puertas del cielo a los justos que le habían precedido. (C.I.C 636) En la expresión "Jesús descendió a los infiernos", el símbolo confiesa que Jesús murió realmente, y que, por su muerte en favor nuestro, ha vencido a la muerte y al diablo "Señor de la muerte" (Hb 2, 14).

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