viernes, 18 de febrero de 2011

Hb 4, 12b Haciendo un discernimiento de los deseos

(Hb 4, 12b) Haciendo un discernimiento de los deseos

haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos.

(C.I.C 2653) La Iglesia "recomienda insistentemente todos sus fieles [...] la lectura asidua de la Escritura para que adquieran 'la ciencia suprema de Jesucristo' (Flp 3,8) [...]. Recuerden que a la lectura de la sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se realice el diálogo de Dios con el hombre, pues 'a Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras' (Dei Verbum, 25; San Ambrosio, De officiis ministrorum, 1, 88: PL 16, 50). (C.I.C 2654) Los Padres espirituales parafraseando Mt 7, 7, resumen así las disposiciones del corazón alimentado por la palabra de Dios en la oración: "Buscad leyendo, y encontraréis meditando; llamad orando, y se os abrirá por la contemplación" (Guido II el Cartujano, Scala claustralium, 2, 2: PL 184, 476). (C.I.C 2655) La misión de Cristo y del Espíritu Santo que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia, actualiza y comunica el Misterio de la salvación, se continúa en el corazón que ora. Los Padres espirituales comparan a veces el corazón a un altar. La oración interioriza y asimila la liturgia durante su celebración y después de la misma. Incluso cuando la oración se vive "en lo secreto" (Mt 6, 6), siempre es oración de la Iglesia, comunión con la Santísima Trinidad (cf. Institución general de la Liturgia de las Horas, 9). (C.I.C 2656) Se entra en oración como se entra en la liturgia: por la puerta estrecha de la fe. A través de los signos de su presencia, es el rostro del Señor lo que buscamos y deseamos, es su palabra lo que queremos escuchar y guardar.

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