miércoles, 10 de noviembre de 2010

2Tm 1, 5 Tengo presente la sinceridad de tu fe

(2Tm 1, 5) Tengo presente la sinceridad de tu fe

[5] Porque tengo presente la sinceridad de tu fe, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y estoy convencido de que tú también tienes.

(C.I.C 2220) Los cristianos están obligados a una especial gratitud para con aquellos de quienes recibieron el don de la fe, la gracia del bautismo y la vida en la Iglesia. Puede tratarse de los padres, de otros miembros de la familia, de los abuelos, de los pastores, de los catequistas, de otros maestros o amigos. ‘Evoco el recuerdo […] de la fe sincera que tú tienes, fe que arraigó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y sé que también ha arraigado en ti’ (2Tm 1, 5). (C.I.C 2252) Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos en la fe, en la oración y en todas las virtudes. Tienen el deber de atender, en la medida de lo posible, las necesidades materiales y espirituales de sus hijos. (C.I.C 2253) Los padres deben respetar y favorecer la vocación de sus hijos. Han de recordar y enseñar que la vocación primera del cristiano es la de seguir a Jesús. (C.I.C 2249) La comunidad conyugal está establecida sobre la alianza y el consentimiento de los esposos. El matrimonio y la familia están ordenados al bien de los cónyuges, a la procreación y a la educación de los hijos.

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