2Timoteo 3
(2Tm 3, 1-5) Sobrevendrán momentos difíciles
[1] Quiero que sepas que en los últimos tiempos sobrevendrán momentos difíciles. [2] Porque los hombres serán egoístas, amigos del dinero, jactanciosos, soberbios, difamadores, rebeldes con sus padres, desagradecidos, impíos, [3] incapaces de amar, implacables, calumniadores, desenfrenados, crueles, enemigos del bien, [4] traidores, aventureros, obcecados, más amantes de los placeres que de Dios; [5] y aunque harán ostentación de piedad, carecerán realmente de ella. ¡Apártate de esa gente!
(C.I.C 2817) Esta petición es el Marana Tha, el grito del Espíritu y de la Esposa: "Ven, Señor Jesús": “Incluso aunque esta oración no nos hubiera mandado pedir el advenimiento del Reino, habríamos tenido que expresar esta petición, dirigiéndonos con premura a la meta de nuestras esperanzas. Las almas de los mártires, bajo el altar, invocan al Señor con grandes gritos: '¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia por nuestra sangre a los habitantes de la tierra?' (Ap 6, 10). En efecto, los mártires deben alcanzar la justicia al fin de los tiempos. Señor, ¡apresura, pues, la venida de tu Reino!” (Tertuliano, De Oratione, 5, 2-4: PL 1, 1261-1262). (C.I.C 1852) La variedad de pecados es grande. La Escritura contiene varias listas. La carta a los Gálatas opone las obras de la carne al fruto del Espíritu: ‘Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios’ (Gal 5,19-21; cf. Rm 1, 28-32; 1Co 6, 9-10; Ef 5, 3-5; Col 3, 5-8; 1Tm 1, 9-10; 2Tm 3, 2-5). (C.I.C 867) La Iglesia es santa: Dios santísimo es su autor; Cristo, su Esposo, se entregó por ella para santificarla; el Espíritu de santidad la vivifica. Aunque comprenda pecadores, ella es "ex maculatis immaculata" ("inmaculada aunque compuesta de pecadores"). En los santos brilla su santidad; en María es ya la enteramente santa.