lunes, 30 de agosto de 2010

1Ts 5, 17-18 Oren sin cesar den gracias a Dios

(1Ts 5, 17-18) Oren sin cesar den gracias a Dios

[17] Oren sin cesar. [18] Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús.

(C.I.C 2757) "Orad continuamente" (1Ts 5, 17). Orar es siempre posible. Es incluso una necesidad vital. Oración y vida cristiana son inseparables. (C.I.C 1174) El Misterio de Cristo, su Encarnación y su Pascua, que celebramos en la Eucaristía, especialmente en la Asamblea dominical, penetra y transfigura el tiempo de cada día mediante la celebración de la Liturgia de las Horas, "el Oficio divino" (cf. Sacrosanctum Concilium, 83-101). Esta celebración, en fidelidad a las recomendaciones apostólicas de "orar sin cesar" (1Ts 5,17; Ef 6,18), "está estructurada de tal manera que la alabanza de Dios consagra el curso entero del día y de la noche" (Sacrosanctum Concilium, 84). Es "la oración pública de la Iglesia" (Sacrosanctum Concilium, 98) en la cual los fieles (clérigos, religiosos y laicos) ejercen el sacerdocio real de los bautizados. Celebrada "según la forma aprobada" por la Iglesia, la Liturgia de las Horas "realmente es la voz de la misma Esposa la que habla al Esposo; más aún, es la oración de Cristo, con su mismo Cuerpo, al Padre" (Sacrosanctum Concilium, 84). (C.I.C 2548) El deseo de la felicidad verdadera aparta al hombre del apego desordenado a los bienes de este mundo, y tendrá su plenitud en la visión y la bienaventuranza de Dios. ‘La promesa [de ver a Dios] supera toda felicidad […] En la Escritura, ver es poseer […]. El que ve a Dios obtiene todos los bienes que se pueden concebir’ (San Gregorio de Nisa, De beatitudinibus, oratio 6: Gregorii Nysseni opera: PG 44, 1265).

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