domingo, 8 de agosto de 2010

1Ts 1, 2-3 Siempre damos gracias a Dios sin cesar

(1Ts 1, 2-3) Siempre damos gracias a Dios sin cesar

[2] Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes, cuando los recordamos en nuestras oraciones, [3] y sin cesar tenemos presente delante de Dios, nuestro Padre, cómo ustedes han manifestado su fe con obras, su amor con fatigas y su esperanza en nuestro Señor Jesucristo con una firme constancia.

(C.I.C 2634) La intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en particular (cf. Rm 8, 34; 1Jn 2, 1; 1Tm 2. 5-8). Es capaz de "salvar perfectamente a los que por Él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor" (Hb 7, 25). El propio Espíritu Santo "intercede por nosotros […] y su intercesión a favor de los santos es según Dios" (Rm 8, 26-27). (C.I.C 2636) Las primeras comunidades cristianas vivieron intensamente esta forma de participación (cf. Hch 12, 5; 20, 36; 21, 5; 2Co 9, 14). El Apóstol Pablo les hace participar así en su ministerio del Evangelio (cf. Ef 6, 18-20; Col 4, 3-4; 1Ts 5, 25); él intercede también por las comunidades (cf. 2Ts 1, 11; Col 1, 3; Flp 1, 3-4). La intercesión de los cristianos no conoce fronteras: "por todos los hombres, por […] todos los constituídos en autoridad" (1Tm 2, 1), por los perseguidores (cf. Rm 12, 14), por la salvación de los que rechazan el Evangelio (cf. Rm 10, 1). (C.I.C 1813) Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (Cf. 1Co 13, 13). (C.I.C 1812) Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina (Cf. 2P 1, 4). Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino.

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