lunes, 15 de julio de 2019
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 518.
(Respuesta YouCat) El cielo está allí donde
está Dios. La palabra cielo no indica ningún lugar, sino que designa la
existencia de Dios, que no está sometido ni al tiempo ni al espacio.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 2794) Esta expresión bíblica no
significa un lugar ["el espacio"] sino una manera de ser; no el
alejamiento de Dios sino su majestad. Dios Padre no está "fuera",
sino "más allá de todo" lo que acerca de la santidad divina puede el
hombre concebir. Como es tres veces Santo, está totalmente cerca del corazón
humilde y contrito: “Con razón, estas palabras 'Padre nuestro que estás en el
Cielo' hay que entenderlas en relación al corazón de los justos en el que Dios
habita como en su templo. Por eso también el que ora desea ver que reside en él
Aquél a quien invoca” (San Agustín, De
sermone Domini in monte, 2, 5. 17: PL 34, 1277). El "cielo" bien
podía ser también aquellos que llevan la imagen del mundo celestial, y en los
que Dios habita y se pasea” (San Cirilo de Jerusalén, Catecheses mystagogicae, 5, 11: PG 33, 1117).
Para meditar
(Comentario
YouCat) No debemos buscar el cielo por encima de las nubes. En cualquier lugar
donde nos dirigimos a Dios en su gloria
al prójimo en su necesidad; allí donde experimentamos la alegría del
amor; donde nos convertimos y nos dejamos reconciliar con Dios, allí se abren
los cielos. «No donde está el cielo está Dios, sino que donde está Dios está el
cielo» (Gerhard Ebeling).
(Comentario CIC) (C.I.C
2796) Cuando la Iglesia ora diciendo "Padre nuestro que estás en el
cielo", profesa que somos el Pueblo de Dios "sentado en el cielo, en
Cristo Jesús" (Ef 2, 6), "ocultos con Cristo en Dios" (Col 3,
3), y, al mismo tiempo, "gemimos en este estado, deseando ardientemente
ser revestidos de nuestra habitación celestial" (2 Co 5, 2; cf. Flp 3, 20;
Hb 13, 14): “Los cristianos están en la carne, pero no viven según la carne.
Pasan su vida en la tierra, pero son ciudadanos del cielo” (Epístula ad Diognetum, 5, 8-9).
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