martes, 9 de julio de 2019
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 515.
(Respuesta YouCat) Tenemos la osadía de
llamar a Dios Padre porque Jesús nos ha llamado a su lado y nos ha hecho hijos
de Dios. En comunión con él, que «está en el seno del Padre» (Jn 1,18), nos
atrevemos a decirle a Dios «¡Abba, Padre!».
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 2777) En la liturgia romana, se
invita a la asamblea eucarística a rezar el Padre Nuestro con una audacia
filial; las liturgias orientales usan y desarrollan expresiones análogas:
"Atrevernos con toda confianza", "Haznos dignos de". Ante
la zarza ardiendo, se le dijo a Moisés: "No te acerques aquí. Quita las
sandalias de tus pies" (Ex 3, 5). Este umbral de la santidad divina, sólo
lo podía franquear Jesús, el que "después de llevar a cabo la purificación
de los pecados" (Hb 1, 3), nos introduce en presencia del Padre:
"Hénos aquí, a mí y a los hijos que Dios me dio" (Hb 2, 13): “La
conciencia que tenemos de nuestra condición de esclavos nos haría meternos bajo
tierra, nuestra condición terrena se desharía en polvo, si la autoridad de
nuestro mismo Padre y el Espíritu de su Hijo no nos empujasen a proferir este
grito. “Envió Dios el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, que nos hace
clamar: 'Abbá, Padre' (Rm 8, 15) ...
¿Cuándo la debilidad de un mortal se atrevería a llamar a Dios Padre suyo, sino
solamente cuando lo íntimo del hombre está animado por el Poder de lo alto?”
(San Pedro Crisólogo, Sermón 71, 3:
PL 52, 401).
Para meditar
(Comentario CIC) (C.I.C
2797) La confianza sencilla y fiel, la seguridad humilde y alegre son las
disposiciones propias del que reza el "Padre Nuestro".
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