lunes, 11 de enero de 2010

2Co 8, 10-15 Que haya igualdad

(2Co 8, 10-15) Que haya igualdad

[10] Por eso, quiero darles un consejo que les será provechoso, ya que ustedes, el año pasado, fueron los primeros, no sólo en emprender esta obra, sino también en decidir su realización. [11] Llévenla ahora a término, para que los hechos respondan, según las posibilidades de cada uno, a la decisión de la voluntad. [12] Porque cuando existe esa decisión, a uno se lo acepta con lo que tiene y no se hace cuestión de lo que no tiene. [13] No se trata de que ustedes sufran necesidad para que otros vivan en la abundancia, sino de que haya igualdad. [14] En el caso presente, la abundancia de ustedes suple la necesidad de ellos, para que un día, la abundancia de ellos supla la necesidad de ustedes. Así habrá igualdad, [15] de acuerdo con lo que dice la Escritura: El que había recogido mucho no tuvo de sobra, y el que había recogido poco no sufrió escasez.

(C.I.C 1351) Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la colecta (cf. 1Co 16,1), siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos (cf. 2Co 8,9): “Los que son ricos y lo desean, cada uno según lo que se ha impuesto; lo que es recogido es entregado al que preside, y él atiende a los huérfanos y viudas, a los que la enfermedad u otra causa priva de recursos, los presos, los inmigrantes y, en una palabra, socorre a todos los que están en necesidad” (San Justino, Apologia, 1, 67: PG 6, 429). (C.I.C 2407) En materia económica el respeto de la dignidad humana exige la práctica de la virtud de la templanza, para moderar el apego a los bienes de este mundo; de la justicia, para preservar los derechos del prójimo y darle lo que le es debido; y de la solidaridad, siguiendo la regla de oro y según la generosidad del Señor, que ‘siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza’ (cf. 2Co 8, 9).

No hay comentarios: